Entonces, 60 personas resultaron afectadas. Hoy, tras dos años y sin apoyo estatal, los vecinos tuvieron que volver a sus deterioradas viviendas.
Según Jorge Alvarado, uno de los afectados expresó: “No quedó de otra que regresar; incluso en el centro del patio de pilas hay todavía una inmensa piedra que no se pudo quitar”.
Sin ninguna asesoría técnica, manifestó que ya empezó a comprar bloques y cemento “para tratar de hacer un murito de contención para dormir más tranquilo en las noches de invierno”.
Margarita Otárola, otra vecina, se quejó del poco apoyo estatal. “Estos pobres no han recibido nada de la Comisión (CNE), incluso si no hubiesen amenazado con bloquear calles ni los diarios ni las espumas para dormir les hubieran dado”.