El tiempo estuvo benévolo con los miles de fieles que caminaron a Cartago en una tarde fresca, con nubes grises, pero sin la lluvia y la tormenta eléctrica que había pronosticado el Instituto Meteorológico Nacional.
Las historias de fe y devoción se repitieron a lo largo de los 20 kilómetros que separan a San Pedro de Montes de Oca de la Vieja Metrópoli, donde los esperaba la Patrona de Costa Rica, la Virgen de Los Ángeles.
Vengo por el cáncer de mi abuelita, de mi mamá, de mi hija, por la salud de mi esposo. Igual para agradecer el trabajo, la vida, la salud, los éxitos de los hijos. Miles de voces, miles de historias, pero todas a los pies de La Negrita.
El recorrido se caracterizó por el orden y la limpieza y por las oraciones y cánticos de algunos fieles que entusiasmaron al resto. Ese fue el caso de una veintena de seminaristas, quienes alternaron la caminata con cantos a la Virgen, oraciones y hasta el Santo Rosario.
“Venimos a dar gracias porque Dios no abandona a la Iglesia”, dijo Marlon Rivera, quien está a tres años de ordenarse sacerdote.
Más atrás, en Tres Ríos de La Unión, una mujer pequeñita tomaba aire para subir la empinada cuesta de El Fierro. Venía sola. Era Lidieth Prado, con 70 años a cuestas y 45 de hacer la romería.
“Siempre vengo por una promesa, y esta vez porque mi esposo está grave en el hospital. Tiene un tumor en el cerebro, parkinson, alzhéimer, ya no camina y no ve”. Y ya no habla más, solo llora.
Las nubes siguieron amenazantes, pero no hubo lluvia. Abajo, en el asfalto, el silencio se volvió más profundo mientras los peregrinos subían la cuesta de Ochomogo.
Las únicas voces que sobresalían eran las de una horda de vendedores que ofrecían rosarios, imágenes de la Virgen, cajetas de coco, gelatinas, bebidas hidratantes y las fallidas capas a dos por 1.000.
“Las ventas están malas, el clima hoy no nos ayudó”, expresó Wálter Fernández, mientras miraba hacia el cielo, que seguía encapotado, pero sin asomo de lluvia.
Clamor con pies descalzos. El diagnóstico de un cáncer a su mamá, hace un año, golpeó en forma inesperada al puntarenense Juan José Cruz, que hoy tiene 15 años.
En el 2011 caminó a Cartago y le prometió a La Negrita volver, con el cabello largo y los pies descalzos.
“Esta vez no vengo a pedir. Vengo a pagar una promesa por la salud de mi mamá”, dijo el joven, quien caminó descalzo desde Alajuela.
Como él, pero con los pies sangrando, Jazmín Solano, de 17 años, caminó desde Desamparados con una súplica: que su abuelita supere el cáncer.