Ciudad Quesada. Dos jóvenes vecinos de San Carlos son parte del 10,2% de colegiales que desertaron el año pasado.
Uno de ellos es Arlen Angulo Martínez, quien vive en la localidad de El Plomo de Pocosol, San Carlos, y estudiaba en el Colegio de Santa Rosa.
La pobreza obligó a este muchacho a guardar los cuadernos para tomar un pico y una pala y trabajar en agricultura.
“Mi deserción fue forzada dadas las penurias económicas que padece mi familia. Somos siete miembros y desde hace dos meses mis papás están sin trabajo; por ello no tienen dinero para comprarme uniformes ni útiles”, expresó el joven.
Este muchacho, de 16 de años, asegura que desea estudiar.
“Al menos este año no podré volver al colegio y, además, siento la necesidad de trabajar para ayudar a mi familia”, agregó .
Otro caso. Mauro Boza, de 17 años y vecino de Jabillos de Florencia, tampoco regresó al colegio.
Él cursaba noveno año en el Liceo de San Carlos y se marchó a la mitad del curso lectivo pasado.
“No me sentía satisfecho y decidí retirarme. Por ahora, no quiero regresar, aunque no descarto hacerlo el próximo año, pero al nocturno, pues me interesa tener el bachillerato”, dijo Boza.
Ahora trabaja de jardinero.