La ilusión por aprender de muchos alumnos se acaba cuando son insultados, humillados o golpeados por compañeros.
El color de la piel, la contextura, la forma de caminar o de hablar, la nacionalidad, las preferencias sexuales y hasta el uso de anteojos o el acné son detonantes de apodos y burlas.
Tal tipo de agresiones, conocidas como
Max Figueroa, psiquiatra infantil del Hospital Nacional de Niños (HNN), advirtió que las víctimas se deprimen al punto de que si tienen sobrepeso están en riesgo de desarrollar anorexia.
Lo más grave es que muchos maestros, profesores y directores ven estas agresiones como un juego de niños y no intervienen porque creen que son pasajeras.
Otras veces, dan las quejas a los padres del agresor. pero a cambio reciben insultos y amenazas.
Rocío Solís, directora de la Contraloría de Derechos Estudiantiles del Ministerio de Educación Pública (MEP), reconoció que el
Sin embargo, el fenómeno todavía no se refleja en las denuncias que llegan al MEP, que el año pasado apenas atendió 466 casos.
Las autoridades creen que muchas humillaciones ni siquiera son delatadas o no trascienden fuera del centro educativo.
“Sé que hay que ser valientes para denunciar, pero no podemos permitir que este tipo de situaciones se den.
“Si en algún momento (los afectados) sienten que no se les da apoyo adecuado en la escuela o colegio, pueden acudir a nuestra oficina”, aseguró Solís.
El primero porque su comportamiento puede reflejar lo que ocurre en su casa, donde podría ser víctima o testigo de agresión, y el segundo por los daños psicológicos sufridos debido a la agresión.
Solís dijo que aunque los alumnos que incurren en estas faltas son la minoría, logran atemorizar a sus víctimas y al resto de compañeros.
“Es tan fuerte la presión y el trabajo que hacen a nivel interno que adquieren un poder muy grande y los demás sienten miedo. Nosotros trabajamos el miedo pues nadie quiere denunciar y son casos que se deben atacar a tiempo”, enfatizó.
Sin embargo, Alexánder Ovares, presidente de la Asociación Nacional de Educadores (ANDE), aseguró que el MEP no capacita a los docentes para detectar estos casos.
Cuando los educadores o padres identifican el hostigamiento, deben lograr que la persona perjudicada recupere la confianza.
“La autoestima se eleva dando seguridad a los jóvenes, que se suspenda el
El especialista explicó que el resto de estudiantes testigos no intervienen por miedo a que el agresor también los ataque.
Entre otros objetivos, este plan procura que la comunidad educativa comprenda que las diferencias entre las personas son fundamentales, y que todos deben ser respetados y tratados con dignidad.
Rocío Solís añadió que preparan materiales para distribuir en escuelas y colegios. Esos textos permitirán a los educadores identificar los casos de hostigamiento, así como las medidas a tomar.