La salida del ICE del gerente general, Alejandro Soto, y el de Telecomunicaciones, Claudio Bermúdez, causó un remezón cuyas réplicas llegan a otras áreas de la empresa.
Una de ellas es la gerencia de Clientes, creada en el 2010 y encargada desde ese momento a Jaime Palermo Quesada.
Elbert Durán, vocero de prensa del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), informó de que ante la renuncia de Bermúdez, el Consejo Directivo consideró conveniente solicitar a la administración superior evaluar los resultados de la división del sector de telecomunicaciones en dos gerencias.
El dato surgió ante una consulta de La Nación sobre si fusionarán ambas gerencias.
Durán agregó que dicho análisis deberá sugerir, debidamente fundamentado, en un plazo de dos meses, si se justifican o no ajustes adicionales a dicha organización.
“Esto con el fin de considerar todas las mejoras posibles a los procesos de gestión del negocio, para aumentar su competitividad”, dijo.
Tal análisis es independiente de la evaluación del desempeño de las personas a cargo de las diferentes posiciones de jerarquía, para las que hay un mecanismo vigente establecido por el Consejo Directivo, agregó el vocero institucional.
Palermo está designado en esa gerencia hasta febrero entrante.
La gerencia de Telecomunicaciones la asumirá Carlos Mecutchen, quien se desempeñaba como asesor de la presidencia ejecutiva.
En tanto, la gerencia general fue asumida como recargo por el gerente de Finanzas, Martín Vindas, mientras se designa a un sustituto.
Soto y Bermúdez anunciaron este 8 de noviembre que se desligaban de la institución por razones personales. No obstante, según pudo corroborar La Nación, antes de la renuncia voluntaria hubo una “invitación” a dejar los cargos.
Ambas salidas se enmarcan en un proceso impulsado por el presidente ejecutivo del ICE, Teófilo de la Torre, para realizar cambios en la gestión y la estructura organizacional de la empresa, incluidas las gerencias y otras jefaturas.
Estos movimientos fueron consultados previamente con la presidenta Laura Chinchilla, quien sigue muy de cerca el desempeño del Instituto, cuyas finanzas cerraron en rojo el año anterior.
En el presente periodo la entidad fue sometida a una estricta contención del gasto con el fin de recortar ¢80.000 millones.