Le alborotó el cabello, la abrazó tan fuerte que la levantó del suelo, y luego estampó un par de besos en su frente. No era su padre ni su tío, sino el chofer del microbús que la lleva a la escuela desde que ella puso un pie ahí, hace ya varios años.
Ayer comenzó el curso lectivo, y escenas como esta no fueron exclusivas de la Escuela Joaquín García Monge, en Desamparados. Con ánimos parecidos, escolares bien peinados vieron un tumulto de parientes y amigos decir “adiós” con la mano en varios centros josefinos.
El típico caos vial del primer día de clases cedió al protagonismo de extensas filas de familiares ansiosos. Algunos, no conformes con “dejar a sus niños a la deriva”, aguardaron durante horas fuera de los edificios, por si los pequeños “se arrepentían” o les ganaban los nervios tras el primer timbrazo. Así lo hizo Sergio Torres, vecino del barrio La Cruz, que, fuera de la Buenaventura Corrales, en San José, esperó por una señal de su hija.
Entre tanto, frente a esa misma institución, el Consejo de Seguridad Vial (Cosevi) y la Policía de Tránsito dieron pie a una campaña preventiva: repartieron calcomanías para que cada chofer encienda las luces de su vehículo mientras transporta a menores de 12 años.
Esa medida, según Edward Briceño, de la Dirección General de Tránsito, promueve el manejo precavido y aumenta la visibilidad en las calles en un 20% durante el día.
Los horarios de salida variaron según centro educativo y grado. Para los niños de la escuela Porfirio Brenes, en Moravia, el cierre de las 10:45 a. m. incluyó una payasa, asistente de un microbús de estudiantes, que llegó a sorprenderlos.
“Este es un detalle para mis chicos del microbús; siento que son mis nietos, mis hijos. Vine así (por primera vez) en este día tan importante para que me vean la cara y se les quite cualquier tristeza”, manifestó Ana González Torres (alias Coquetina), de 46 años.
Felipe Venegas, subjefe de Operaciones Policiales, aseguró que, “a pesar de la inmensa emoción del primer día de clases”, el tránsito en general se mantuvo regulado y fluido a lo largo del país, y no dejó huella de accidentes.
“No ocurrió ningún suceso importante cerca de un centro de estudios a nivel nacional, nada que lamentar. Hubo una muy buena dinámica”, comentó Venegas.
A pesar de esas declaraciones, Juan José Andrade, director de la Fuerza Pública, informó de que, cerca de las 10 a. m., una colegiala de 15 años fue atropellada cuando abordaba un bus en San Cristóbal Sur, en Desamparados. En la Cruz Roja confirmaron el caso y agregaron que la joven está estable, aunque fue trasladada al Hospital Calderón Guardia para valoración.
Mano dura. Desde ayer, y al menos por tres semanas más, unos 180 oficiales de Tránsito supervisarán los alrededores de los principales centros del país, con el fin de regular el flujo de vehículos.
Además, mantendrán operativos en 110 instituciones para verificar que las unidades de transporte de estudiantes estén en buen estado y cumplan requerimientos de ley. Según Venegas, esos controles se aplicarán por el resto del año.
Tránsito sancionó ayer a diez busetas, pues algunas no tenían permiso y otras no cumplían con los requisitos básicos de seguridad, como chalecos y cinturones.