La falta de mangas en la camisa le impidió a Jorge Quesada, vecino de Oreamuno, comprar su almuerzo en el nuevo centro comercial Plaza Metrópoli, en Cartago.
Ahora, también es motivo de un choque de criterios con los representantes del establecimiento, apenas inaugurado la semana pasada.
Vestido con tenis, jeans y una camiseta de tirantes, Quesada llegó al lugar a eso de la 1 p.m. del lunes, pero no avanzó mucho.
En el parqueo del centro comercial, un guarda de seguridad le advirtió de que con su apariencia no podría entrar al sitio.
Según Quesada, la misma medida restrictiva se aplicó a aquellos hombres que llegaron al lugar con tatuajes, sandalias, pírsines (perforaciones) y trenzas .
Indignado por la situación, el joven esperó 45 minutos para que alguien de la administración del mall le diera explicaciones del hecho.
Mientras vio los minutos pasar, una funcionaria del negocio le advirtió: “Esto es privado; es como en su casa, usted no dejaría entrar a indigentes”, recordó Quesada.
Según el afectado, después de la espera, Manuel Soto, coordinador de seguridad interna del centro comercial, le indicó que el motivo de prohibirle el ingreso “era cuestión de la seguridad privada.
La restricción de acceso por apariencias, sin embargo, generó críticas en las redes sociales.
En respuesta, ayer en la tarde, Paseo Metrópoli aseguró en su perfil de Facebook que “no se está imponiendo códigos de vestimenta”.
Por su parte, el vocero del centro comercial cartaginés, Álvaro Ramos, indicó que no hacen discriminación alguna por raza, credo, orientación sexual o discapacidad.
“No tenemos ninguna regla de vestimenta que discrimine, pero sí tenemos un código de conducta, que sacará del lugar a quienes busque violentar la tranquilidad de las familias”, explicó Ramos.
Sobre el caso particular de Quesada, Ramos indicó que no podría referirse a él puesto que desconocía los detalles del asunto.
Solo bien portados. El vocero dijo que no tolerarán las malas conductas y ejemplificó casos como “escenas amorosas, agarrar a pedradas a un oficial, escupir en el suelo del centro comercial, fumar o dañar la infraestructura física, como los baños”, expresó Ramos.
El joven vecino de Cartago indicó que esta semana llevará el caso a la Sala Constitucional “por tratarse de un acto de discriminación”, aseguró Quesada.
Esta no será la primera vez que se presentan este tipo de casos, pues en el año 2005, la Sala condenó al Mall Internacional de Alajuela por prohibir el ingreso a un hombre tatuado, de apellido Arias.
Por esa conducta, el establecimiento debía pagar los daños y perjuicios causados al afectado.
“Mientras una persona no contravenga la moral y las buenas costumbres, no tiene por qué impedírsele el ingreso a ningún lugar. Esta semana presento el recurso de amparo”, dijo Rodrigo Araya, abogado penalista que asumirá el caso. Colaboró Mayela López.