Cartagos. Santa Bárbara. Entre muchas casas que destruyó el terremoto del 8 de enero del 2009, estaba la de Rodrigo Herrera Murillo, agricultor pensionado, ahora con 70 años.
Ahí, en el poblado de Cartagos, en Santo Domingo de Santa Bárbara, Heredia, Herrera vivía con su esposa y un hijo.
Tras el desastre, la familia consiguió albergue en Heredia, donde permanecieron cuatro meses, antes de volver a Cartagos.
De nuevo en su pueblo, un conocido les prestó una casa mientras el Estado cumplía su promesa de una nueva, pero esto aún no pasa.
Cansado, el agricultor reunió la madera y el zinc de la casa vieja, consiguió otros pocos materiales y levantó un techo propio.
“Nadie me ha ayudado, pero ya casi la termino. Pronto le van a poner la electricidad y el agua”, narró el martes.
La casa está en la misma propiedad que sacudió el terremoto y que desde entonces está en riesgo de desprenderse.
Herrera lo sabe, pero su pensión de ¢105.000 mensuales le impide pensar en construir algo mejor o en un sitio más seguro. Además, como él reconoció, quiere quedarse en este pueblo.
“Decidí construir porque estoy en una casita prestada y en cualquier momento me pueden pedir que la desocupe”, afirmó.