Para Marta Moya, de 65 años y vecina de Heredia, su máxima satisfacción en diciembre es coordinar y participar en fiestas para niños de barrios pobres y de pueblos indígenas.
Esta es una tradición familiar de trabajo voluntario, que echó a andar su hermana hace 16 años y que cuenta con una amplia red de ayudantes, los cuales donan tiempo para llevar regalos y comida en Navidad.
“Todo es un propósito. Hay que dejar de quejarse y procurar mejorar el día a otra persona porque la satisfacción es inmensa. La vida es muy linda y uno puede aprender y enseñar al mismo tiempo”, afirma.
Escritos de puño y letra, doña Marta tiene un cuaderno con los nombres de los 500 niños a los que llevará cuatro fiestas de Navidad, a finales de este año.
En el cuaderno de los niños, ella apunta la edad, lo que resulta clave para luego tocar puertas y conseguir regalos.
Su red de trabajo voluntario recoge ropa en buen estado, peluches, comida o globos, o dona su tiempo para ir a colaborar en la actividad.
Ella organiza el servicio de bus para ir a la comunidad, y en el sitio se encarga de cocinar.
Como novedad, para este año se incluirá música en sus fiestas, con una grabadora.
“Todos los años, me reinvento. Me gusta llevarles globos o hacer bolsitas con manzanas. Si la gente me dona peluches, los lavo, los peino y los pongo en bolsitas para regalarlos. Para mí, esos son los días más maravillosos del año. Disfruto muchísimo y es una forma de agradecerle a Dios lo bueno que es conmigo”.
Como organizadora, también topa con ratos amargos, tales como cuando alguien falta al compromiso de colaborar en la fiesta o las veces en que alguien duda de que los regalos llegarán a las manos de los niños.
“Yo invito a todo el mundo a participar y a que colabore, pero para muchos es más fácil criticar y dudar. Durante todo el año, tengo bicicletas, muñecas y todo tipo de regalos en la casa, y mis nietos llegan y saben que no pueden tocar nada porque eso no es mío”, manifestó Moya.
Un cuaderno, un bus y la voluntad de coordinar le bastan a doña Marta para asumir su compromiso navideño de cada año.
Su único objetivo es dar sin recibir nada a cambio.