Colaboradora
“La Carpio es una comunidad de personas valiosas, no un basurero”. Es lo que “gritan” varios rótulos colgados en el gigantesco asentamiento La Carpio, en La Uruca.
Mediante esa y otras formas, los habitantes de esta comunidad pretenden luchar contra la construcción de la planta de tratamiento de aguas residuales Los Tajos, cuya apertura se prevé para el 2015.
Dicen sentirse sitiados. Por un lado, llevan 12 años conviviendo con el relleno sanitario donde se deposita la basura generada por varios cantones de la Gran Área Metropolitana (GAM).
Y, por otro lado, a la entrada de su comunidad se inició la construcción de la obra para tratar las aguas residuales, producidas por más de un millón de habitantes del centro del país.
Entre el relleno y la futura planta, habitan casi 15.000 personas, que no dejan de cuestionarse si el nuevo “vecino” dejará en las calles la misma huella de los camiones recolectores; es decir, el líquido que suelta la basura.
AyA se sacude. Pablo Contreras, gerente de la unidad ejecutora del Proyecto del Plan de Mejoramiento de la Gran Área Metropolitana (GAM) de San José, que desarrolla el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), dijo que en La Carpio se hizo un proceso informativo en los nueve sectores de la comunidad.
“Se informó sobre la construcción de la planta de tratamiento y su impacto, pero la respuesta de la población fue del 1%. A las reuniones acudieron pocas personas”, aclaró Contreras.
El 20 y el 25 de junio sus pobladores se manifestaron de forma pacífica contra la edificación.
“Al primer paro acudieron alrededor de 220 personas, y al segundo 1.000”, explicó Cristian Castro, vicepresidente del sector central de La Carpio, que integra, al igual que el resto de líderes comunales, el Comité Comunal (Codeca).
El funcionario de AyA minimiza el impacto de estas manifestaciones. Para Contreras, los vecinos están utilizando la excusa de la planta para llamar la atención sobre otros problemas sociales que afronta la comunidad.
A la defensiva. El vicepresidente del sector central de La Carpio aseguró que no hay ningún estudio de impacto ambiental.
Sin embargo, con solo hacer un recorrido por sus calles, se percibe que las condiciones higiénicas no son las mejores.
Hay basuras amontonadas, perros enfermos, hacinamientos descontrolados, gradas imposibles de utilizar, viviendas construidas al lado del río Virilla y un rudimentario sistema de agua que ofrece este servicio de forma intermitente.
En el informe solicitado al Ebáis de La Carpio por Esther Martínez, presidenta de la Asociación de Desarrollo Integral Finca La Caja (Adifica), se reportan las infecciones respiratorias agudas como la principal causa de enfermedad.
Ni estudios ni expertos relacionan esas patologías con el basurero y, menos aún, se atreven a augurar las afecciones que pueda originar la futura planta de aguas negras, aclaró Rodolfo Garbanzo, director-médico del área de salud de La Carpio-León XIII.
“Sí hay contaminación en la zona y en las fuentes de agua, por eso los brotes de hepatitis y de dengue. Además, la situación socioeconómica es complicada”, puntualizó.
La población tiene miedo de que los problemas de salud se agudicen por la nueva obra. Además, según ellos, ya tienen suficiente con los que genera el paso constante de basura por sus calles.
Contreras no piensa lo mismo y es del criterio de que la construcción de Los Tajos conlleva la creación de un sistema de alcantarillado que vendrá a beneficiar en mucho a esta comunidad.