Las arenas del Pacífico central se llenaron de ticos agradecidos, esperanzados, con deseos de tener salud, trabajo y casa propia. Cientos de turistas se apropiaron de las playas de Caldera y Puntarenas para disfrutar sus últimos días de vacaciones y los primeros de este 2015.
Una de ellas fue Isabel Otárola, de 75 años, quien sentada a la cabeza de una mesa, donde no faltó el gallo pinto, la natilla y el cafecito, celebraba junto a hijos, nietos y otros familiares el haber recobrado la salud.
“Dicen que estuve ‘muerta’ 22 días y volví. Me dieron dos infartos y de pronto regresé otra vez. Me siento muy bien, aunque tengo unas úlceras en los pies y no puedo meterme al mar, pero estoy contenta de estar aquí con ellos”, aseguró esta vecina de La Aurora de Alajuelita.
Según contó su yerno, José O’Connor, es costumbre familiar ir al Puerto a recibir el año, para disfrutar en la playa. En esta ocasión, 18 integrantes de la familia se sumaron a la tradición.
El presupuesto fue de unos ¢200.000 .
“Vale la pena, “sobre todo por los chiquitos, que se vuelven locos con el agua”, comentó.
Mientras, otras familias como la de Marta Hurtado y Luis Castro prefirieron la cercanía y comodidad de Caldera, tanto así que desde el pasado 31 de diciembre acampan en la playa.
“Vinimos ocho desde el miércoles. Tenemos como tres años de venir a pasarlo acá. Traemos tienda de campaña, cocina, frutas y tamales”, aseguró Castro, vecino de Alajuela.
“El ambiente se pone bueno en la playa, esto parece un hormiguero por las noches, aunque hay que traer de todo porque por acá es más caro. Un baguette vale ¢1.000”, aseguró Hurtado.
Apenas corre el segundo día del año y Douglas Gálvez, de 60 años, ya sacrificó horas de sueño con tal de cumplir una promesa. Llegó a Caldera tempranito para complacer al hijo de su cuñado, Derek Quesada, de tres años.
“Vinimos por él. Es la segunda vez que viene a la playa (...) Le dijimos que lo íbamos a traer y no durmió en toda la noche”, dijo.
Mientras disfrutaba el entusiasmo del pequeño Derek corriendo en la arena, Gálvez comentó que sueña con que este 2015 le traiga oportunidades de trabajo.
“Renuncié a una empresa y he estado sondeando posibilidades. Aunque tengo toda la experiencia del mundo, preguntan ¿qué edad tiene? y hasta ahí llega todo el interés”, comentó este ingeniero en carreteras, quien critica que a menudo se discrimina a las personas por su edad.
Soñar en grande. Las metas y los planes de largo plazo también se abrieron campo entre las olas puntarenenses. Ese era el caso de Melvin Lezcano, quien disfrutaba en el mar acompañado de su esposa y sus tres hijas. Ellos están planeando comprar casa a finales de este año.
“Estamos con el proyecto de una casa, vamos a ver si lo logramos con unos ahorritos que tenemos y una oportunidad que nos salió por ahí”, manifestó.
La gran cantidad de vacacionistas también favorece a los vendedores, como Isabel Solano, de 53 años. Esta vecina de Orotina tiene tres años de ofrecer sus productos en Caldera.
“Las ventas han estado buenas, pero no como otros años”, afirmó Solano, quien vende vigorones a ¢2.500, pipas a ¢500 y refrescos y copos para calmar la sed de los visitantes, a ¢ 1.000 .