Los temblores despertaron a Lizeth Pérez y a su esposo, Francisco Guzmán, el miércoles a las 11 p. m. Esta es la única familia que vive en la parte más cercana al volcán Turrialba, en el pueblo de El Recreo, ubicado dentro del anillo de mayor peligrosidad.
Con cuatro hijos de entre dos y 12 años, Lizeth cuenta que tiene ocho meses de embarazo. Las alertas de una erupción en el coloso se encendieron y, poco antes de la medianoche, hubo explosión.
“Nos levantamos nada más a esperar a ver cómo podíamos salir de ahí. Desde hace un año vivimos en este lugar. Mi marido trabaja cuidando ganado. Tuvimos bastante miedo, más por los chiquillos”, expresó la mujer.
La Nación pudo conversar con ellos este jueves, a las 2 p. m., en el sector de La Pastora. La familia viajaba a bordo de un camión pesado con rumbo a Cartago; los niños llevaban puestos sus cubrebocas.
Martín Solano, un vecino de Turrialba, contó que, al enterarse de que hubo una erupción, subió con su moto a El Recreo, a eso de las 6 a. m. Su objetivo era cerciorarse de que la familia Guzmán estuviese bien”, contó sobre su moto y con las botas de hule llenas de ceniza.
Varios vecinos reportaron ayer que durante el día hubo retumbos y sonidos similares al de una turbina o una olla de presión.
Pese a que la ciudad de Turrialba está 24 km al noroeste del volcán, no fue afectada.