Tras su consagración como el nuevo obispo de la diócesis de Ciudad Quesada, José Manuel Garita Herrera se comprometió ayer a estar muy cerca de los más pobres y los inmigrantes que habitan en la región Huetar Norte.
En un corto mensaje, el prelado, de 49 años y el tercero desde que en 1995 se creó el obispado norteño, expresó ser consciente de la responsabilidad y trascendencia que implica en este momento el cargo.
“Quiero ser padre y pastor, amigo y compañero de camino, cercano y preocupado por todos los habitantes de la región, pero principalmente por los pobres, los migrantes, los desempleados y olvidados que necesitan de la presencia misericordiosa de Dios y del apoyo maternal de la Iglesia católica”, dijo.
La diócesis que le corresponderá pastorear la integran los cantones de Los Chiles, Guatuso y San Carlos, todos de Alajuela, así como Sarapiquí de Heredia. Además los distritos de Peñas Blancas de San Ramón, Río Cuarto de Grecia y San Miguel de Alajuela. Ese territorio de 9.206 kilómetros cuadrados tiene altos índices de pobreza y desempleo, factores a los que se agrega la presencia de unos 150.000 nicaragüenses, en su mayoría indocumentados.
Minutos antes de la consagración , el arzobispo de San José, José Rafael Quirós hizo una breve referencia a los problemas socioeconómicos del país y abogó para que obispos y sacerdotes presten atención al tema de la justicia social.
“La instauración de la justicia debe preocuparnos en momentos en que sobresale la indiferencia y voracidad materialista”, expresó Quirós.
Para él, la ausencia del obispo sería un “pecado de omisión”, dado que el buen pastor siempre está cerca de la oveja que más lo necesita.
Testigos de la posición del nuevo líder fueron obispos de Guatemala, El Salvador, Panamá, y el cardenal de Nicaragua, Leopoldo Meneses.
Asistencia masiva. La ceremonia fue presidida por José Rafael Quirós y contó con una concurrencia masiva que llenó tanto el interior como los alrededores de la catedral de Ciudad Quesada.
Hubo necesidad de colocar pantallas para que el público siguiera la transmisión desde las afueras.
La ciudad recibió tantos visitantes que una alta circulación de vehículos dio lugar a presas contra las que tuvieron que luchar oficiales de la Policía de Tránsito, así como la Fuerza Pública.
La mañana tuvo abundante sol, pero corrió una brisa que ayudó a refrescar el ambiente.
Vecinos de diferentes puntos de la región Huetar y hasta de la Gran Área Metropolitana asistieron a la ceremonia, que inició puntualmente a las 10 a. m. y terminó tres horas después, a eso de la 1 p. m.
Los retos. Sancarleños consultados por La Nación coincidieron en que unos de los grandes retos que debe enfrentar el obispo Garita son los problemas que aquejan a los jóvenes locales.
Citaron entre estos la falta de empleo, la drogadicción y también la desesperanza.
Rosa María Martínez, de San Rafael de Guatuso, dijo que la Iglesia, el Estado y los padres de familia deben unirse para procurar soluciones al alto porcentaje de muchachos que ni estudian ni trabajan debido a las carencias económicas que padecen sus padres.
“En este sentido, el obispo Garita podría dar aportes muy importantes, dijo Martínez, quien contó haberse levantado a las 4 a. m. para no perderse ningún detalle del acontecimiento en la catedral sancarleña.
Del cantón de Los Chiles llegó muy temprano Áurea Ortega, una joven madre quien mencionó que en su cantón hay grandes necesidades económicas que obstaculizan el crecimiento de las familias de su localidad.