Pasó de un momento a otro, del anonimato a calentar las brasas de la opinión pública. Luigi Antonio Ardino --italiano de nacimiento-- vino a Costa Rica por primera vez en 1980 y asegura haberse enamorado de esta tierra.
Tan solo 15 años después se convierte en el punto neurálgico de una ardiente polémica que trasciende de lo judicial a lo político y que prevaleció durante esta semana como foco noticioso.
Precisamente el 4 de julio, Ardino celebró su cumpleaños número 60 en su residencia de Ciudad Cariari junto con su esposa Loretta y su pequeño Luigi, de dos años. Tres meses y 20 días después, su tranquilidad terminó. Oficiales del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) lo aguardaron al salir de su oficina y lo detuvieron.
Presidente de la empresa Vida y Sueño S.A., este italiano dice representar en el país a 19 socios, los cuales decidieron invertir en un magno proyecto turístico, que se ubicaría en una finca de 800 hectáreas situada en las entrañas de la península de Nicoya, en Punta Islita de Nandayure, Guanacaste.
Poderosas influencias que aún reposan en el misterio le abrieron, en 1990, el camino para ser nombrado en un cargo diplomático. Su experiencia en derecho comercial privado lo catapultó como agregado económico honorario ante la Embajada en Bélgica, título que le permitió portar un pasaporte diplomático tico, otro foco de polémica.
El ir y venir de inversiones, recomendaciones, nombramientos y destituciones, lo ligan con personajes como Carlos Aguilar Calderón, exembajador en Nicaragua; Rubén Hernández Valle, embajador en Italia, y con José Manuel Gutiérrez, embajador adjunto ante las Naciones Unidas.
A Ardino se le acusa por haberse asociado con la finalidad de cometer varios delitos de evasión fiscal. No obstante, este personaje, acostumbrado a una vida de riqueza, atraviesa, según sus propias palabras, por una verdadera pesadilla.
En medio de aproximadamente 200 presos, ha tenido que afrontar el sistema de vida hacinada que experimentan los cautivos de la Unidad de Admisión de San Sebastián. Zapatos, anteojos, dinero y medicinas, se le desaparecieron. Una fría espuma le sirve de cama.
Pero sus nexos y el trasfondo diplomático de su caso prometen mantenerlo presente en la palestra informativa aún por muchos días más.