Tiricias de Cutris, San Carlos. Al igual que se vino al suelo la mayoría de puentes de la trocha fronteriza, así también cayeron los planes de desarrollo y sueños que los vecinos de esta apartada región trazaron al anunciarse la construcción de una vía paralela al río San Juan.
A finales del 2011, la mandataria Laura Chinchilla ordenó construir esa vía fronteriza con Nicaragua en respuesta a la invasión a isla Calero (Pococí), en el 2010.
Si el inicio del proyecto vial despertó grandes expectativas de crecimiento entre pobladores de los fronterizos cantones de Los Chiles, San Carlos y Sarapiquí, la suspensión de las obras significó para ellos un duro golpe.
En mayo del 2012 trascendió un escándalo de corrupción –relativo al supuesto pago de dádivas a los funcionarios que supervisaron las obras– que le costó el puesto al ministro Francisco Jiménez.
Meses antes, el febril movimiento que desató la construcción de la trocha atrajo a los primeros visitantes e hizo que surgieran planes para desarrollar pequeños proyectos turísticos o vender lotes para quintas frente al río San Juan.
Sin embargo, como lo señala el lugareño William González, de un momento a otro todo cambió: las empresas salieron de la zona, el pueblo está desolado y los proyectos quedaron varados.
A partir de octubre del 2011, Tiricias de San Carlos –un pequeño caserío de gran belleza natural situado en la margen costarricense del San Juan– vivió una inusual bonanza. Vilma Elizondo, una lugareña, pensó en transformar su humilde soda en un restaurante.
La paralización de los trabajos frenó sus planes. “Mientras no tenga certeza de que la obra será terminada, lo procedente es esperar”, señaló esta comerciante.
Una decisión similar tomó Mario Cambronero, propietario de una finca en Chorreras de Cutris.
Este vecino tenía planeada la construcción de un centro turístico que incluiría paseos por ríos de la zona, entre estos el acaudalado Infiernillo, así como ofrecer pesca recreativa. Cambronero prefirió detener el proyecto ante la incertidumbre. Paulino Cambronero, otro vecino, decidió seguir adelante con su hotel Cabaña Verde, en Crucitas de Cutris, San Carlos.
“No pierdo la fe de que el Gobierno complete la trocha y haga los arreglos”, señaló.
En ese proyecto están sus ahorros pues, por estar en terrenos de la milla fronteriza, los bancos no le prestaron dinero. “Es una decisión riesgosa”, opinó.
Valor de las tierras. Los moradores de estos territorios estaban convencidos de que, con la ruta 1856, el valor de sus tierras se dispararía.
Alberto Cruz, ganadero de Las Delicias de Los Chiles, contó que los finqueros hablaban de que una manzana podría valer ¢5 millones. “Algunos decían que les habían hecho propuestas de compra. Sin embargo, la revalorización de las tierras no se concretó al interrumpirse el proyecto”, admitió Cruz.
En sectores como Las Delicias, en Los Chiles, la manzana de terreno se cotiza en ¢2 millones. “Mientras no tengamos una carretera que sea transitable todo el año, difícilmente habrá empresarios dispuestos a invertir en la frontera, donde la mayoría de la gente vive en la pobreza”, insistió Cruz.
Gerardo Ortega, vecino de Punta Cortés de Los Chiles, reconoció que las fuentes de trabajo son escasas. “Nuestra esperanza estaba puesta en la trocha”, concluyó.