Lotes baldíos convertidos en escondite para ladrones e indigentes, calles enteras dedicadas a la venta de drogas y artículos robados, parques y aceras transformadas en dormitorios para alcohólicos y drogadictos.
Al menos siete puntos de San José están tomados por grupos que ahuyentan a peatones y conductores.
En la minúscula capital hay zonas vedadas para los turistas. Acercarse a calle 12 o a los linderos del viejo cine Líbano, en la calle 10, es ofrecerle a los ladrones la cartera, la cámara o el celular.
En el distrito Hospital, cerca del San Juan de Dios y la iglesia de La Merced, la Fuerza Pública reporta un promedio de cuatro hechos violentos cada día.
La Policía Metropolitana apenas cuenta con 300 efectivos, cifra que catalogan las autoridades como “insuficiente” para frenar la delincuencia en San José.
Mientras, el alcalde local, Johnny Araya, defiende sus dominios, alega que San José no es “decadente” y que en dos años invertirá ¢6.000 millones en construir parques, bulevares y recuperar edificios históricos.
¿Dónde están? Al norte de San José se concentran tres sitios inseguros. La avenida 9, entre calles 1 y 8, donde los lotes baldíos están llenos de indigentes.
Wilson Jiménez, jefe de la Policía Metropolitana, explicó que los predios con zacate crecido favorecen el trabajo de los ladrones. Desde ahí atisban a los transeúntes para asaltarlos.
El segundo sitio está en la avenida 7, donde creció una zona conocida como “tierra dominicana”. Ubicada entre calles 4 y 8, ahí los dominicanos se pasan los días en las aceras y en el quicio de las puertas.
Sin embargo, las autoridades aseguran que muchos comercios liderados por dominicanos son, en realidad, locales “camuflados” para la venta de drogas.
“Ahí eso es terrible”, dijo Jiménez, y alegó que esa zona no puede ser intervenida sin el apoyo de la Policía de Control de Drogas o el Organismo de Investigación Judicial.
Un trabajador de la zona, que prefirió mantenerse en el anonimato, aseguró que muchas transacciones de drogas y armas se realizan en los teléfonos públicos del Mercado Paso de La Vaca.
“Usted los ve a ellos, bien vestidos, con zapatos nuevos de ¢60.000, haciendo llamadas desde el público, para que la policía no grabe conversaciones de sus celulares”, agregó.
El tercer sitio está una cuadra más al sur, en la avenida cinco, donde sobran los edificios viejos y es común encontrarse con señoras escasas de ropa, aparentemente ofreciendo sexo por dinero.
Otros tres. Apenas a cinco cuadras de la catedral metropolitana, en el parque Braulio Carrillo (La Merced) está uno de los sitios donde más asaltan. 100 metros al sur, en la avenida 6, las aceras son la cama para decenas de alcohólicos.
El miércoles pasado, a las 11 a. m. seis hombres y tres mujeres con la ropa sucia y bajo las influencias de alguna droga bailaban al compás de la música de un local esquinero. Junto a ellos, otro indigente ofrecía para la venta unos anteojos nuevos, con etiqueta incluida.
Por último, el parque Solón Núñez, frente al Ministerio de Salud, es dormitorio a cielo abierto para alcohólicos e indigentes.
A estos seis sitios, se suma el ambiente de la avenida primera, entre calles 8 y 10, llamado “el refuego”.
En esa zona se encuentra de todo en las aceras: tenis robadas, relojes, cadenas, contrabando de pantalones e incluso droga.
Johnny Araya insistió en que la recuperación de San José requiere tiempo y más recursos. “La ciudad tiene una problemática que no se resuelve en una década”, agregó.
Sin precisar fechas, el Alcalde aseguró que la construcción de más bulevares atraerá desarrollo comercial, reducción de las zonas para indigentes y ayudará a regenerar la capital.