En Puntarenas, hay una isla cuyos habitantes desafían la ley extrayendo moluscos que forman parte de platos de mariscos que se consumen en el país.
Silvana Paniagua se levanta a las 6 a. m. para aprovechar la marea baja que descubre las almejas, los mejillones y las pianguas en la “isla de los molusqueros”, que en realidad se llama la Islita. Se ubica en los manglares de la desembocadura del estero puntarenense y para poder llegar hasta allí, se necesita una lancha que tarda 20 minutos desde la punta del puerto hasta la isla.
Allí viven 23 familias, que se dedican a “molusquear”. Ninguna de ellas tiene permiso, pero los moluscos son el único sustento de las 70 personas, incluidos 19 niños.
“Vivimos con el miedo de que Guardacostas nos quite el producto. La actividad no está regulada; nos pueden quitar hasta las pangas”, contó Paniagua.
La única oportunidad diaria de marea baja debe aprovecharse al máximo. Es por eso que esta mujer, de 37 años, es ayudada por su esposo y también sus tres hijos, cuando estos no van a la escuela que está en la isla.
“Los más cansado es sacar los mejillones porque se tiene que usar un palín de hierro pesado. Otro cosa es que cada vez hay menos producto. Hace dos años, en una marea, se podían recoger unos ¢15.000, ahora se sacan solo como ¢3.000”, dijo la mujer, quien tras la labor de extracción, vende el producto en el mercado de Puntarenas.
Para Gustavo Meneses, presidente del Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (Incopesca), los molusqueros constituyen el grupo más marginado de los que trabajan en el mar. “No se han entregado licencias porque no se han realizado los planes de manejo para determinar cuántas personas pueden estar capturando moluscos y cuánto mangle se debe sembrar para restaurar el manglar. El Minae está trabajando en la preparación de esos planes”, explicó Meneses.