Creer en la Santísima Trinidad y en la Virgen María, pero no ir a misa ni confesarse. Ser creyente y utilizar métodos anticonceptivos. Adoptar una nueva religión. Las combinaciones son numerosas entre los costarricenses, quienes buscan formas alternativas de espiritualidad.
“Religión a la carta”, le llama el sociólogo y sacerdote David Solano: en la búsqueda de trascendencia y de dar sentido a sus vidas, las personas se sienten libres para vivir la religión de manera selectiva.
Así lo corroboró la investigadora Laura Fuentes de la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión de la Universidad Nacional, en su estudio sobre los cambios en las creencias religiosas en Costa Rica.
“Hablamos de reelaboración de creencias, que no significa pérdida, sino que hay una reinterpretación personal de la doctrina”, explicó Fuentes.
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“La gente escoge partes del discurso religioso oficial y confronta algunos postulados. Se construye una religión con un Dios que es doméstico y moldeable a las circunstancias de la vida de cada persona”, explicó Fuentes.
Para su estudio, efectuado entre el 2013 y el 2014 , la socióloga realizó grupos focales con 47 personas y encuestó, vía telefónica, a otras 400 (con un nivel de confianza del 95% y un margen de error de ±4,9).
El análisis esboza la afinidad religiosa de los costarricenses: un 42% se identificó como católico, 27% como católico no practicante y 16% como cristianos evangélicos. Un 10,8% expresó tener otra creencia cristiana y un 4,3% no se asocia con algún credo religioso.
Creer en la intimidad. “Ella tiene la razón: la institucionalidad pierde fuerza, tanto la católica como la evangélica”, aseguró Hárold Segura, teólogo y pastor bautista, en referencia a una de las conclusiones de la investigación de Fuentes.
La socióloga descubrió que los creyentes ejercen su espiritualidad cada vez más en el ámbito privado, mientras que los rituales y grupos de las iglesias tienen menos adeptos.
Por ejemplo, entre los católicos practicantes, un 81% aseguró asistir a misa semanalmente y un 30,4% participa en pastorales. Entre los católicos no practicantes solo el 7,4% participa en las eucaristías y un 1,9% dice formar parte de las pastorales.
Los creyentes evangélicos muestran una mayor participación: 90,6% dice acudir a los cultos semanales, y el 67,2% participa en ministerios cristianos.
Para Fuentes, en el caso de los católicos –principalmente los no practicantes– ello se explica con las dinámicas aceleradas que experimentan en la vida actual, pero también por una falta de identificación con las instituciones religiosas.
“Los dictados que dan las instituciones realmente no tocan las vidas de la gente, están muy ajenas, muy lejanas. Las personas tienen problemáticas muy particulares que no se relacionan con los postulados muy rígidos”, manifestó la socióloga.
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Ese es justamente el motivo que dio una joven de 27 años, quien prefirió que no se mencione su nombre, para considerarse una católica no practicante.
“Rezo, pero no soy de ir a misa todos los domingos. Tal vez es que no he encontrado un sacerdote que me guste como explica (...). Hay cosas con las que no estoy a favor. Yo respeto que crean en cosas que tal vez yo no comparta, pero uno no necesariamente tiene que compartirlo todo”, dijo la muchacha.
”No me gusta esa homofobia que les ha dado ahora, que no los soportan y no los pueden ni ver. Eso no lo comparto. Cada uno tiene sus gustos y nadie tiene que meterse”, añadió.
Segura considera que las iglesias evangélicas también enfrentan una “crisis de institucionalidad”.
El pastor consideró que muchos fieles, para llenar sus necesidades personales, se inclinan por combinar principios de varios credos cristianos e inclusive orientales o del movimiento de la Nueva Era.
“Hay sed de trascendencia; aunque comienza a notarse el hastío por lo religioso”, expresó Segura.
De hecho, la encuesta de Fuentes dio señales de la existencia de tales mezclas, pues un 7,8% de los evangélicos afirmó concurrir semanalmente a misa y un 10,7% de católicos aseguró asistir a cultos evangélicos.
“La oferta religiosa que los costarricenses tenemos se ha ampliado. Una de las grandes tendencias que se producen es que las personas escogemos elementos de las distintas tradiciones para vivir la relación con lo sagrado”, explicó Solano.
Principios negociables. Solano consideró que el alejamiento también se da por causa de que los fieles evitan comprometerse con las obligaciones que exige la religión.
El sacerdote atribuye esas actitudes a la secularización.
“Ese término tiene un alcance limitado. Usualmente, cuando se habla de secularización, se habla de que las religiones van a desaparecer, y la evidencia empírica hoy nos dice que no desaparecen pero sí se están transformando”, aclaró Solano.
Para el sacerdote, esa selectividad de los creyentes se refleja en las prácticas sexuales de los costarricenses, pues muchos católicos utilizan métodos anticonceptivos como el condón, pese a que está prohibido por la Iglesia católica.
“Desde el punto de vista de los creyentes, hay cosas donde se negocian ciertos contenidos de lo que la institucionalidad plantea, y eso no los hace ni menos creyentes, ni mejores creyentes, ni peores creyentes que el que sí cumple con todo”; puntualizó el cura.
Iglesias deben replantear propuesta. Segura y Solano coinciden en que es necesario que las iglesias entiendan los intereses y necesidades de sus fieles, para adaptarse a ellos.
"Siempre me gusta imaginarme esto como un terreno de juego: hay un marco que te define cuales son los límites dentro de los que podés moverte y participar. Fuera de ese marco es imposible, pero dentro hay tantas posibilidades en las que usted se puede insertar, que perfectamente se pueden armonizar con las distintas formas de vivir lo religioso", señaló Solano.
Tal ajuste también debe tener en cuenta que todas las generaciones son distintas, asegura el cura, así como que para llegar a los más jóvenes será necesario acudir a la tecnología.
De acuerdo con Segura, en las iglesias evangéloicas han sido precisamente las brechas generacionales las que han dificultado actualizar sus estrategias.
"Hay interés en hacerlo, pero hay resistencia de la generación anterior. Por ejemplo, en una iglesia bautista se propone la idea de poner una batería y una guitarra eléctrica, y hay una generación que te dice que eso es adaptar mucho el mensaje a la condición cultural y que hay que mantener los principios, dijo Segura.