Prostitución, prostitutas. Ambiente nocturno en Jaco, el miercoles 30 de agosto por la noche, al filo de la medianoche. Foto: Rafael Pacheco (Rafael Pacheco)
La dominicana Eloísa forma parte del grupo de cien hombres y mujeres que lograron escapar de las redes mafiosas de trata de personas, en los últimos dos años.
Ella fue a parar a Jacó, en Garabito, Puntarenas, en donde trabajó como prostituta para una organización que involucraba dominicanos y costarricenses.
Eloísa pudo ser rescatada y enviada de vuelta con su familia, con ayuda de un proyecto de prevención, protección y atención a las víctimas de la trata de personas en el país.
Lo anterior fue posible mediante el trabajo conjunto de varias organizaciones. Entre ellas, la Fundación Rahab, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la embajada de los Estados Unidos.
Impacto. No se conoce la dimensión exacta del problema de la trata de personas en esa zona, pues apenas hace dos años se empezó a hablar de este tema.
El llamado “tráfico de almas” es un negocio ilegal manejado por grupos mafiosos, que trasladan a personas –principalmente mujeres– a otros países para lucrarse con ellas.
En el caso de las mujeres, las usan como prostitutas. También hay historias de personas indigentes a quienes obligan a pedir limosna en la calle.
Giselle Gutiérrez, vocera de la Fundación Rahab, explicó que existe todo un plan para identificar a estas mujeres y darles protección.
Otras 150 mujeres, especialmente menores de edad, han sido identificadas como parte del grupo más vulnerable al caer en estas redes de explotación sexual con fines comerciales.
Como parte del proyecto, que también contempla Esparza, Parrita y Quepos, se han capacitado a más de 3.000 funcionarios de instituciones públicas y organizaciones no gubernamentales, que tienen interés en estos temas.
El alcalde de Garabito, Marvin Elizondo, manifestó el compromiso de la Municipalidad en el combate de la trata de personas.
Los resultados del proyecto de prevención, protección y atención de víctimas de la trata de personas fueron presentados en mayo anterior, en Jacó.
Allí, se vio que las víctimas de este negocio son mujeres manipuladas por una red que, según Gutiérrez, “las capta en sus países de origen, facilita su traslado y matrimonios por conveniencia”.
“La red toma posesión de los documentos y celulares. Las mujeres se mantienen esclavizadas por la red mediante la deuda adquirida para su traslado”, agregó.
Susceptibles. El proyecto también logró detectar varios casos de hombres sometidos a esta “esclavitud moderna”.
Uno de los casos es el de un indigente, mayor de 30 años, proveniente de un país centroamericano.
Él fue captado por la red de trata de personas aprovechándose de su condición de indigente.
Dentro del grupo mafioso participaba un policía y un funcionario público.
A este hombre, lo “engancharon” con la falsa promesa de llevarlo a un alberque para darle comida, ropa y cama. El alberque al final terminó siendo el sitio donde otras personas como él –indigentes, adictos y alcohólicos– eran obligados a trabajar en la mendicidad.
Este hombre, como Eloísa , ya logró dar su primer paso para liberarse del grupo mafioso.