Gallo, como le gusta que le llamen, tiene apenas 15 años y una condena de ocho años por homicidio y robo agravado.
Lo que menos tiene es cara de malo. Más que un asesino, sigue siendo un jovencito de ojos claros y sonrisa plena que pinta dibujos del hombre araña y los pega en la pared de su celda.
Apenas lleva “un año y un mes” en la cárcel de adolescentes Zurquí y desde ahora tiene miedo de su traslado al Centro de Adulto Joven, en La Reforma, Alajuela.
“Tengo temor de pasar a Adulto Joven, no me quiero meter con ellos, ni que ellos se metan conmigo”, dijo mientras mostraba sus nuevos títulos.
En la misma pared, junto al hombre araña, Gallo colecciona sus nuevos reconocimientos por aprender artesanías y a realizar adornos con material reciclado.
Y, por último, en la cabecera de su cama una imagen de la Virgen de Guadalupe.
El 23 de abril lo visitó su familia para animarlo con un enorme balde de pollo “para chuparse los dedos” y compartirlo con sus nueve compañeros de reclusión.
Aunque se pasa la mayoría del día fuera de su celda y ahora está estudiando el primer año de colegio, reconoce que el encierro ha sido “muy difícil”.
“Sinceramente, me he sentido muy mal, estoy arrepentido y ahora le pido a Dios una segunda oportunidad”, confiesa con sencillez este adolescente condenado por el homicidio de otro menor en Tibás.
En el otro dormitorio, Gamuza , vestido de blanco y con un rosario de madera al cuello, también está preocupado por su inminente paso a la cárcel de Adulto Joven.
“No ve que allá no voy a poder hablar todo el día por teléfono, ni salir mucho”, reconoce este aficionado a las picaritas y el corn flakes , y que hoy cumple 18 años.
Para cuando salga este reportaje, Gamuza se habrá despedido de sus amigos en Zurquí y ya habrá ingresado a las celdas de Adulto Joven, donde solo podrá salir dos horas de su celda para estudiar.
Sentado en la cama, Abuelo, también con 17 años, se siente “en las mismas, preocupado”.
“No quiero pasarme, no ve que a uno le dicen que allá todo es malo, va uno nervioso. Me faltan cuatro meses para pasar a Adulto Joven, pero yo quiero una oportunidad. Uno no le desea esto ni al peor enemigo”, dice este menudito joven quien cumple una sentencia de seis años por robo agravado.