San José. Redacción. Lawrence Pratt, profesor de Incae Business School, cumplía ayer una semana de estar varado en el aeropuerto de Ginebra. Este es un relato de su experiencia.
“Europa continental, en su extensión total ni siquiera la mitad del tamaño de EE. UU., esta efectivamente paralizada. Todos los países tienen redes viales sofisticados, y sistemas ferroviarios intensos, eficientes y enormes, con capacidad de mover millones de personas diarias.
Sin embargo, no hay campos ni en los trenes ni los ferris. Según The Guardian (periódico de Londres) hay casi 8 millones de personas que no han podido (o han tenido grandes dificultades) volver a sus países y casas”, afirmó Pratt en un mensaje electrónico remitido a este diario.
“La semana pasada, con aeropuertos cerrados, tuve que viajar en tren casi 13 horas y en trenes tan llenos que las estaciones parecieron algo similar a los videos viejos de la evacuación de ciudades durante la Segunda Guerra Mundial”, explicó.
“Hasta la fecha la gente se mantiene amable, calmada y con cierto sentido de humor. Aunque se nota la frustración creciente, con más conflictos en aeropuertos, y gente triste y sin dinero, lejos de la familia y ya con varios días dependiendo de la Cruz Roja y asistencia de los Gobiernos”, precisó Pratt.
El Gobierno de Islandia anuncio que vendría ese problema hace varias semanas cuando había señales de erupción. Este es el tercer evento de esta magnitud durante la época de la aviación civil comercial. Nadie tomó en serio el aviso ni la magnitud del riesgo; ni había planes de contingencia. Los ministros de Transporte europeos ni siquiera hablaron entre ellos mismos hasta el quinto día de la crisis”, señaló.