Washington
La matanza ocurrida este fin de semana en un club gay de Orlando, reabrió del debate en Estados Unidos sobre la prohibición de donar sangre a los homosexuales, una norma que impera desde 1983 y que el año pasado se limitó solo a aquellos que sostuvieron relaciones sexuales en el último año.
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Ante las más de cuarenta personas que resultaron heridas en el tiroteo, más el medio centenar de fallecidos, las autoridades sanitarias solicitaron a la población que acudiera a los bancos de donación de sangre; sin embargo, se dio la paradoja de que la comunidad que había sido atacada no podía solidarizarse con las víctimas, al menos no en igualdad de condiciones.
Hasta diciembre del año pasado, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, en inglés), mantuvo íntegra la prohibición a los homosexuales de donar sangre por miedo a la transmisión del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), pero decidieron poner limitaciones.
Esta prohibición entró en vigor a principios de la década de los ochenta, ante el gran número de muertes por esa enfermedad que se registraban y que afectaba especialmente a la comunidad de hombres homosexuales.
Los servicios sanitarios estadounidenses detectaron que el virus se propagaba a través de las donaciones, ya que por aquel entonces no existían métodos que pudieran analizar la existencia del VIH en la sangre extraída, una justificación que ahora, con los avances tecnológicos, no se explica.
Sin embargo, más de 30 años después, las autoridades federales del país consideran que aquellos hombres que hayan mantenido sexo con otro hombre en el último año, o las mujeres que hayan mantenido relaciones con un hombre que a su vez hubiera tenido sexo con otro, no pueden donar.
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Tras lo ocurrido en Orlando, varios medios estadounidenses contactaron a la FDA para preguntar por la vigencia de esta norma, a lo que fuentes de la agencia respondieron que se evaluó su derogación completa, pero las conclusiones de los estudios médicos siguen en su contra.
Según la FDA, el levantamiento de la prohibición de donar sangre tal y como existe en la actualidad, podría cuadruplicar la cantidad de casos de transmisión del VIH a través de transfusiones de sangre, que a diciembre del 2015 ascendía a 1,47 millones.
De este modo, la agencia adoptó la política de aplazamiento de 12 meses después de la última relación sexual, similar a las de Australia o Reino Unido, mientras que casi otro medio centenar de países cuentan con algún tipo de restricción a este respecto.
A la luz de lo ocurrido, los defensores de derechos de los homosexuales en el Congreso planean pedir a la Casa Blanca que ponga fin por completo a la norma, al considerar que supone un acto claramente discriminatorio.
El congresista demócrata Mike Quigley, vicepresidente del Caucus de Igualdad para la comunidad LGBT (Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales) de la Cámara Baja, anunció que va a redactar una carta al director de la FDA, Robert Califf, instándole a derogar la norma, que considera "anticuada y discriminatoria".
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Junto a él, harán la petición las senadoras demócratas Elizabeth Warren y Tammy Baldwin, así como la representante por California Barbara Lee.
A ellos se han sumado las organizaciones defensoras de los derechos de los homosexuales, que han subrayado su sensación de impotencia por querer ayudar ante lo sucedido y darse de frente con una prohibición del siglo pasado.