Washington
Ajeno a críticas de propios y ajenos por no condenar enérgicamente la violencia racial en Estados Unidos, el presidente Donald Trump atizó el debate racial este jueves al deplorar la remoción de estatuas de personajes que apoyaban la esclavitud.
"Es triste ver la historia y la cultura de nuestro gran país haciéndose trizas con la remoción de nuestras hermosas estatuas y monumentos", escribió Trump en Twitter, lamentando la pérdida de "belleza" que no podrá ser reemplazada "equiparablemente".
La polémica sobre el retiro o la conservación de obras en homenaje a héroes de la Confederación sureña, contraria a abolir la esclavitud y perdedora en la Guerra de Secesión (1861-1865), se ha intensificado luego de violentos enfrentamientos en Charlottesville.
Grupos de extrema derecha se congregaran el fin de semana pasado en esa ciudad sureña para marchar contra los planes de retirar una estatua del general Robert E. Lee, quien comandó las fuerzas confederadas.
En el acto, en el que participaron miembros del Ku Klux Klan (KKK), un simpatizante neonazi embistió con su vehículo a una multitud de contra-manifestantes, matando a una mujer de 32 años y dejando a otras 19 personas heridas.
Trump, quien dejó a estupefactos a muchos dentro y fuera del país al culpar el martes a "ambas partes" de la violencia en Charlottesville, se metió de lleno este jueves en el debate entre quienes consideran los monumentos como la celebración de un pasado racista y los que defienden el derecho de los estados a recordar su historia.
"No puedes cambiar la historia, pero puedes aprender de ella. Robert E. Lee, Stonewall Jackson -- ¿quién es el siguiente, Washington, Jefferson? íQué tontería!", tuiteó el mandatario, en alusión a la estatua del general de la guerra civil Thomas Stonewall Jackson, retirada esta semana de la ciudad de Baltimore.
Trump ya se había referido a los padres fundadores estadounidenses en la explosiva rueda de prensa el martes en la que defendió a los supremacistas blancos: "George Washington era propietario de esclavos (...) ¿Vamos a derribar las estatuas de George Washington? ¿Qué tal Thomas Jefferson? (...) ¿Vamos a derribar su estatua? Era un gran propietario de esclavos".
El controvertido consejero estratégico de Trump, Steve Bannon, tildado por varios sectores de ser un supremacista blanco a pesar de sus reiteradas negativas, salió a defender al mandatario.
"El presidente Trump, al preguntar, '¿Dónde termina todo esto? Washington, Jefferson, Lincoln' - se conecta con el pueblo estadounidense sobre su historia, cultura y tradiciones", manifestó a The New York Times.
De hecho, según un sondeo revelado el jueves, una mayoría de estadounidenses (62%) está de acuerdo con mantener las estatuas de los protagonistas de la guerra civil, asociadas con la defensa de la esclavitud, como símbolos históricos.
De forma sorpresiva, en la encuesta NPR/PBS NewsHour/Marist, 44% de los afroestadounidenses apoya que las estatuas se mantengan, contra 40% que quiere que sean retiradas.
Según la ONG Southern Poverty Law Center (SPLC), especializada en movimientos radicales y derechos civiles, hay más de 1.500 símbolos confederados en el espacio público de Estados Unidos, la mayoría en el sur.
Rechazo a complacencia. Trump, elogiado por un exlíder del KKK tras la conferencia de prensa el martes, no solo recogió críticas en Estados Unidos de todo el espectro político y de influyentes ejecutivos por su retórica complaciente con la extrema derecha.
El jueves, sin comentar las polémicas declaraciones del mandatario, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, se refirió al tema en un tuit en el que se declaró "junto a los que combaten el racismo y la xenofobia. Nuestro combate común, ayer y hoy. Charlottesville".
Más temprano, el jefe de la diplomacia alemana, Sigmar Gabriel, fue más lejos y denunció el "enorme error" de Trump al no distanciarse claramente de los neonazis después de lo ocurrido en Charlottesville. Además, recordó que Bannon es "cercano" a la extrema derecha.
Altos ejecutivos abandonaron los foros empresariales que asesoran a la Casa Blanca, dos de los cuales finalmente Trump disolvió y, en un inusual comunicado, los expresidentes republicanos George Bush y su hijo George W. Bush llamaron a "rechazar el racismo, el antisemitismo y el odio bajo todas sus formas".