Washington. AFP, AP y EFE. El presidente de EE.UU., Barack Obama, ordenó ayer poner fin al espionaje a mandatarios de países aliados y reformar la vigilancia telefónica de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), entre ellas que el Gobierno deje de controlar esos datos y que sea una corte especial la que autorice acceder a ellos.
A pesar de esto, el presidente defendió la organización de espionaje del país en su totalidad y dijo que los organismos de inteligencia no actuaron de manera “imprudente con las libertades civiles de nuestros conciudadanos”.
Obama dijo que su país tiene la “obligación especial” de revisar sus capacidades de inteligencia ante la posibilidad de violar las libertades civiles.
Con los anuncios de Obama se culmina la revisión que surgió después de que el ex analista de la NSA, Edward Snowden, filtrara información sobre los programas secretos de espionaje de EE. UU.
Las revelaciones del exanalista de inteligencia Edward Snowden sobre los programas de vigilancia de Estados Unidos provocaron uno de los mayores escándalos internacionales de 2013, dejando en evidencia una gigantesca red global de recolección de datos e interceptación de comunicaciones.
El centro de los cambios es el compromiso presidencial de poner fin a la recolección de metadatos telefónicos que detallan la duración y destino de llamadas, aunque no su contenido.
Además, adelantó que a partir de ahora los agentes de la NSA deberán pedir permiso a una corte para tener acceso a los datos de una persona de interés especial.
Obama apuntó la necesidad de un nuevo abordaje: “ordené una transición que eliminará al programa de recolección de metadatos como existe actualmente, la Sección 215, y establecer un mecanismo que preserve las capacidades que tenemos sin que el gobierno mantenga esos metadatos”.
Estos programas de vigilancia fueron puestos en marcha tras los atentados del 11 de setiembre de 2001 contra Estados Unidos.
Cuidado con aliados. En el plano externo, Obama anunció que el nuevo conjunto de directivas determina un freno evidente a la interceptación de comunicaciones de líderes extranjeros.
“He dejado claro a la comunidad de inteligencia que, a menos que haya un claro propósito de seguridad nacional, no vamos a monitorear las comunicaciones de jefes de Estado y de gobierno entre nuestros más próximos amigos y aliados”, señaló Obama.
Las interceptaciones se extendieron a teléfonos personales de líderes considerados aliados, como la jefa del gobierno alemán, Ángela Merkel, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, o el mandatario mexicano, Enrique Peña Nieto.
Grupos libertarios dijeron que las propuestas de Obama no son suficientes. Anthony Romero, director ejecutivo de la Asociación Nacional para la Defensa de los Derechos Civiles, dijo que su organización seguirá con su demanda en contra del espionaje telefónico.
Un juez federal de Nueva York confirmó la legalidad de las interceptaciones telefónicas el mes pasado, pero esa organización apeló la sentencia.
Romero reconoció que los jueces que conozcan la apelación pueden citar los cambios propuestos por Obama y no pronunciarse sobre el caso.