Washington
Una veintena de activistas que reclaman una reforma migratoria en Estados Unidos (EE.UU.) culminaron este jueves una huelga de hambre en Washington, pero el movimiento pro inmigrante insiste en más protestas para el 2014.
La huelga, que comenzó el 12 de noviembre en el "Mall", la inmensa explanada en el centro de la capital estadounidense, llegó a contar con la participación de 200 personas en distintas etapas.
Los últimos 20 huelguistas dieron por terminada la manifestación este jueves cuando levantaron las tiendas de campaña instaladas en el "Mall", a pasos del Capitolio, dijo Casey Schoeneberger, de Faith in Public Life, organización que apoyó la protesta.
A partir de ahora, la huelga se trasladará a varios estados del país.
Hoy varios centenares de activistas marcharon y cantaron desde la sede del Legislativo para rendir homenaje a los huelguistas, sentados a unos cuantos metros en las carpas.
Algunos de ellos, como Rudy López, un hombre de 43 años, extendieron el ayuno por 22 días, según Faith in Public Life.
Los huelguistas fueron reconocidos más temprano por importantes miembros demócratas de la Cámara de Representantes, donde la reforma migratoria aprobada por el Senado está bloqueada por la mayoría republicana.
"Les agradecemos por su sacrificio", dijo la líder de la minoría demócrata en la cámara baja, Nancy Pelosi. "Estamos para siempre en deuda", añadió.
Desde las escaleras del Capitolio, el liderazgo demócrata hizo un último llamado al presidente de la Cámara, el republicano John Boehner, para que someta a votación el proyecto migratorio en la sesión de este viernes, la última del año.
Los demócratas afirman tener al menos 190 votos asegurados de los 218 requeridos para aprobar el proyecto.
"Es un buen día. Vamos a ganar esto", señaló entusiasta Xavier Becerra, congresista por un distrito de California.
La huelga de hambre es el esfuerzo más reciente de las organizaciones a favor de los derechos de los inmigrantes para lograr la aprobación de una ley que tome en cuenta a los 11 millones de personas que viven de forma ilegal en Estados Unidos.
Incluso el presidente Barack Obama acudió a finales de noviembre a las carpas junto a la primera dama para respaldar a los huelguistas.
El texto del Senado prevé, bajo condiciones estrictas y al finalizar un periodo transitorio de al menos 13 años, conceder la nacionalidad estadounidense a los indocumentados.
Boehner se declaró hace poco dispuesto a hacer que su fracción examine el texto, aunque punto por punto, un acercamiento que no rechaza Obama, quien espera que al final exista una coincidencia entre las dos posturas.
Sin embargo, los más conservadores son hostiles a cualquier medida que se asemeje a una "amnistía" de inmigrantes clandestinos.
Frente a la resistencia de los republicanos, los activistas han ejercido por meses una enorme presión con eventos casi diarios: desde marchas y conciertos multitudinarios hasta piquetes en las afueras de las oficinas y los hogares de los principales detractores de la reforma.
En un último impulso, decenas de militantes inundaron simultáneamente este jueves las oficinas de unos 200 congresistas -entre ellos cuatro demócratas- a quienes hacen responsables de la parálisis del proyecto migratorio. Pero, también, se han parado frente a Obama, a quien exigen el cese de las deportaciones.
Los activistas afirman que continuarán con las mismas tácticas en el 2014, a las que sumarán el registro de nuevos votantes para intentar voltear a su favor la composición del Congreso en las elecciones legislativas del próximo año.
De esta manera, esperan incorporar unos 10 millones de inmigrantes nacionalizados, dijo Gustavo Torres, director ejecutivo de la organización CASA in Action.
"Vamos a castigar a los (congresistas) que no se pusieron al lado de nosotros", dijo Eduardo Carmona, de la organización Pico.