Washington
Donald Trump se pasó buena parte de la semana hablando mal de su principal aliado en el Senado, planteando que Mitch McConnell podría tener que reconsiderar su futuro si no logra sacar adelante los proyectos republicanos en el campo de la salud, los impuestos y la renovación de la infraestructura del país.
El presidente dijo el jueves que el hecho de que el líder de la mayoría republicana en el Senado no haya podido hacer aprobar un nuevo plan de salud que reemplace al Obamacare de Barack Obama constituía "una desgracia".
Cuando se le preguntó si McConnell debería dar un paso a un costado o retirarse, como piden algunos conservadores, la respuesta de Trump fue poco alentadora para su correligionario.
"Bueno, les diré una cosa: si no saca adelante el plan de salud; si no resuelve el tema de los impuestos, con recortes y una reforma, y si no se aprueba algo muy fácil de hacer, lo de la infraestructura, si no logra nada de eso, entonces sí hágame esa pregunta" , expresó el mandatario a la prensa en Bedminster, localidad de Nueva Jersey, donde se toma un descanso de 17 días.
Trump admitió sentirse "muy decepcionado con Mitch", pero dijo que sería el primero en elogiarlo si se registran progresos en todas esas iniciativas, presentándose una vez más como un observador pasivo del proceso y no como alguien que negocia desde el púlpito presidencial.
La oficina de McConnell no respondió a las últimas críticas de Trump.
Sin precedentes. Que un presidente en ejercicio cuestione abiertamente a un líder de la mayoría del Senado de su propio partido es algo nunca visto, otra norma no escrita que Trump ignora. Y si bien las posturas de Trump pueden entusiasmar a su base, perjudican los esfuerzos de los republicanos por sacar adelante sus proyectos al tiempo que se preparan para las elecciones legislativas del año que viene, en las que enfrentarán a un Partido Demócrata revitalizado, que quiere recuperar el control de la Cámara de Representantes.
Los republicanos controlan las dos cámaras actualmente y se desconoce el impacto que puede tener Trump en la votación.
Trump se pasó dos días hablando mal de McConnell en Twitter. El jueves dijo que después de "gritar a los cuatro vientos" que había que derogar y reemplazar el Obamacare durante siete años, McConnell "no lo pudo hacer" . Pocas horas después suavizó el tono y exhortó a McConnell a que volviese a intentarlo. "¡Tú lo puedes hacer!" , señaló.
El megáfono presidencial no hizo sino amplificar las críticas a McConnell que emite la prensa conservadora: Breitbart News, Sean Hannity, de Fox News, y el comentarista radial Rush Limbaugh son algunos de los que han cuestionado al legislador. Representan un sector del electorado republicano, incluidos donantes importantes, empeñados en castigar a lo que consideran un Congreso "que no sirve para nada" y que obstaculiza la gestión presidencial.
Para Doug Deason, donante de Texas, McConnell es "un cobarde que se esconde" , "un débil", el tipo de "animal político" que Trump quiere expulsar de Washington. Deason dijo que no aportará dinero a ningún republicano que intente ser reelegido si no sacan adelante la agenda de Trump.
A Trump y sus partidarios les encantan este tipo de trifulcas políticas, y el enfrentamiento con McConnell podría ser bien visto por la base republicana. Después de todo, se faja con un sector del gobierno que tiene índices de aprobación muy bajos. Pero otros republicanos opinan que las actitudes de Trump son contraproducentes.
Incluido Newt Gingrich, uno de los principales sostenes de Trump y asesor informal del mandatario.
"Vimos a Mitch McConnell decir algunas cosas, vimos a Trump decir algunas cosas, y obviamente sería mejor que aprendiesen a no hacer eso", expresó Gingrich. "Tienen que colaborar. Gobernar es un juego de equipo".
McConnell expresó hace poco que Trump "nunca hizo esto" y tenía "excesivas expectativas" respecto a cómo funciona el proceso legislativo.
No muy cercanos. Trump, quien tiene 71 años, y McConnell, de 75, nunca fueron aliados naturales, por más que la esposa del senador, Elaine Chao, sea la secretaria de Transporte del gobierno. McConnell se reunió por primera vez con Trump en el 2013, cuando fue a la Trump Tower a buscar donaciones para su campaña.
Pero se subió prestamente al tren de Trump cuando el magnate se aseguró la candidatura republicana a la Presidencia, a diferencia del líder de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, y otros. Visitó varias veces la Casa Blanca y viajó con Trump a Louisville en marzo. Trump incluso le pidió a la multitud que "tratase bien" a McConnell durante un acto, antes de que se produjese la debacle en el Congreso.
Después del fracaso legislativo en torno al plan de salud, hubo una "tensa" conversación telefónica entre ambos, según una persona al tanto de la charla, que pidió no ser identificada porque no está autorizada a hablar en público sobre el tema. Y acto seguido vino la andanada de tuits de Trump.
Brent Bozell, antiguo detractor de McConnell y presidente de la red social conservadora ForAmerica, dijo que el líder del Senado había hecho planteamientos ridículos.
"Al decir que el presidente Trump es un novato en la política, McConnell está diciendo que Trump no entiende que el Congreso no cumple con su palabra", sostuvo Bozell. "Esa es precisamente la razón por la que ganó Trump, para sacudir Washington, incluidos los republicanos".
Los comentarios de Trump, no obstante, reflejan una vez más su inocencia. El líder de la mayoría del Senado es elegido por su propio bloque y McConnell tiene mucho apoyo en el Senado, sin importar lo que piense Trump.
El senador Orrin Hatch, figura señera del Congreso y firme partidario de Trump, advirtió en Twitter que McConnell "es el mejor líder que hemos tenido desde que yo estoy en el Senado. Lo apoyo plenamente".
Hatch lleva 40 años en el Senado, más que ningún otro republicano.