Nueva Delhi
El ataque que el fin de semana causó 28 muertos en un restaurante de Daca confirma los miedos ya despertados por los asesinatos islamistas de los últimos años en Bangladés, ahora a merced de un futuro que los expertos vaticinan turbulento y que requerirá, advierten, ayuda internacional.
El Gobierno aseguró, este martes, que cinco de los seis atacantes eran miembros de grupos terroristas locales, a pesar de que la acción fue reivindicada por la formación yihadista Estado Islámico (EI) y por afiliados bangladesíes a la rama de al-Qaeda en el subcontinente indio (AQIS).
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El cruce de acusaciones y reclamaciones de autoría reaviva el debate abierto en torno a la ola de asesinatos selectivos contra minorías, la mayoría a machetazos, que comenzó en 2013 y deja ya más de 40 muertos tras haberse intensificado desde principios del pasado año.
Para el exgeneral Abdur Rashid, director del Instituto de Conflicto, Ley y Estudios de Desarrollo (Iclds, en inglés) , el ataque contra extranjeros en la capital bangladesí, de un perfil mucho más alto al mantenido hasta ahora, presagia un empeoramiento en la situación general de seguridad en el país.
"La mayor amenaza que afronta Bangladés es la mecánica que han establecido los grupos terroristas para lavarle el cerebro a los jóvenes", en lo que también están implicados profesores de universidad, dijo a EFE.
Después de que las autoridades confirmasen que algunos de los atacantes de Dacca estudiaron en universidades elitistas, Rashid instó a implementar una estrategia "amplia" que permita alejar a los alumnos de esta amenaza y, a la vez, elimine el problema de raíz.
"Los mecanismos defensivos no van a funcionar, debe ser una estrategia proactiva y ofensiva", apuntó el ex alto mando militar, quien agregó que el país necesitará para este fin apoyo en inteligencia y tecnología.
Consciente de ello, el ministro de Interior de Bangladés, Asaduzzaman Khan Kamal, confirmó que están recabando apoyos entre las "naciones vecinas y amigas" para acabar con la insurgencia.
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En este sentido, el director del Iclds recordó que la amenaza extremista afecta a "todo el mundo", por lo que requiere "cooperación" entre países. De hecho, el principal objetivo del ataque al restaurante era, a su juicio, "dividir" al islám y al cristianismo, representado por los nueve italianos fallecidos, y al budismo, por las siete víctimas japonesas.
Rashid no cree que la elección de nacionalidades, que coincide con las de los dos únicos extranjeros asesinados en el país durante la oleada de ataques yihadistas del último año, haya sido casualidad.
Entre esas víctimas figuran ateos y fieles de minorías religiosas como hindúes, cristianos y budistas, pero también musulmanes que no profesaban la rama ortodoxa suní.
Y es que, según Rashid, los extremistas bangladesíes solo "perdonan a aquellos que siguen el islam wahabí", uno de los más radicales y rigoristas.
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El exgeneral cree que esta elección de objetivos está "orientada" hacia la política interna del país y los autores de los ataques, "vinculados" a partidos políticos radicales.
En el debate sobre las autorías, el analista Binodkumar Singh del Portal de Terrorismo del Sur de Asia, con base en Nueva Delhi, se posiciona, por su parte, del lado práctico.
Asevera que las filas de la insurgencia bangladesí están formadas por extremistas "locales" que se afilian a grupos del calado del EI para "hacerse más grandes". Tampoco descarta que el Estado Islámico haya estado detrás del atentado del fin de semana, cuyos autores, afirmó a EFE, llevaban tiempo buscando un "blanco fácil".
No obstante, no duda en responder afirmativamente al preguntarle por la posibilidad de que Bangladesh sea simplemente un escenario más del pulso global entre el EI y al-Qaeda.
Para el analista de seguridad Iftikhar Rashid, la espiral de acusaciones olvida que el yihadismo actual tiene diversas "capas".
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"Con el telón de fondo de las tendencias terroristas volviéndose simultáneamente más descentralizadas y menos territorializadas, el actual debate sobre el 'EI vs no EI' es una distracción innecesaria y un no problema que está minando los esfuerzas contra el terrorismo en Bangladés", apuntó.
En un artículo en el diario local Dhaka Tribune, advirtió de que la captación afecta cada vez más a jóvenes de clase media alta en entornos urbanos, por lo que conviene replantearse la "asunción" de que el terrorismo emana solo de "la pobreza y las madrasas" o escuelas coránicas.
"Bangladés —alertó— afronta una larga guerra contra el terrorismo y no puede haber lugar para la autocomplacencia".