Viena. AFP. Las grandes potencias internacionales y los países vecinos de Libia decidieron, este lunes, apoyar los esfuerzos para armar el gobierno de unidad nacional libio, que intenta asentar su autoridad en este país, lastrado por las divisiones políticas y la amenaza yihadista.
Las 25 delegaciones nacionales o de uniones regionales reunidas en Viena anunciaron que “apoyarán por completo los esfuerzos” del nuevo ejecutivo libio, que pedirá el levantamiento del embargo a la venta de armas a Libia en vigor desde el 2011.
El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, quien presidió el encuentro junto a su homólogo italiano, Paolo Gentiloni, dijo que para Trípoli se trata de “poder adquirir las armas y las balas necesarias para combatir al Dáesh ( Estado Islámico , en su acrónimo en árabe) y otras organizaciones terroristas”.
Kerry y Gentiloni aseveraron que la comunidad internacional no tiene la intención de intervenir militarmente en Libia para apoyar el gobierno de unidad nacional que dirige Fayez al-Sarraj desde marzo y cuya sede está en Trípoli.
Al-Sarraj, presente en Viena, solicitó la ayuda de los ministros presentes, quienes mostraron su disposición a “responder a las peticiones del Gobierno libio, con el objetivo de entrenar y equipar a la guardia presidencial y las fuerzas autorizadas”.
“Estados Unidos está dispuesto a proporcionar la ayuda humanitaria, económica y un apoyo en materia de seguridad al nuevo Gobierno libio si lo solicita”, declaró el jefe de la diplomacia estadounidense.
Rusia, Arabia Saudí, China, Egipto, Túnez, Francia, Reino Unido, Alemania e Italia, entre otros, firmaron este acuerdo adoptado al final de una reunión de menos de dos horas en Viena.
Naciones Unidas impuso un embargo a la venta de armas a Libia al inicio de la revuelta contra el régimen de Muammar Gadafi, en el 2011, aunque ha sido violado en varias ocasiones.
Los participantes en la reunión de Viena precisaron, empero, que esa medida se mantendrá y se reforzará para los rivales del Gobierno de Trípoli.
Más de un mes y medio tras su instalación, el gobierno de al-Sarraj afronta dificultades para asentar su autoridad y contar con la adhesión del gobierno paralelo con sede en el este del país.
La administración paralela rechaza ceder el poder antes de un voto de confianza del Parlamento, pero la sesión ha sido pospuesta en varias ocasiones.
El gobierno de Sarraj también debe enfrentar a los yihadistas del EI , que recientemente extendieron su influencia al oeste de la ciudad libia de Sirte, bajo su control desde junio de 2015.
“Seré franco, la situación en Libia es muy mala económicamente, financieramente y a nivel de la seguridad. Necesitamos la cooperación de todos”, señaló el primer ministro libio, en una rueda de prensa junto a los cancilleres estadounidense e italiano.
El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, ya había indicado antes del encuentro que las opciones del gobierno de unidad eran limitadas mientras “la competición entre ambos poderes rivales no se haya superado”.
La comunidad internacional busca también frenar la llegada de migrantes desde Libia, situada a 300 kilómetros de las costas italianas.
Las divisiones políticas han facilitado desde 2014 la implantación del EI en Libia, que constituye una amenaza directa para sus vecinos y para Europa.
Los yihadistas se hicieron con el control la semana pasada de la localidad de Abu Grein, a unos 100 kilómetros al oeste de Sirte, tras una serie de ataques contra las fuerzas militares del gobierno de unidad nacional.
Por primera vez, esta organización extremista consiguió extender su control al oeste de esta ciudad.
La guerra contra los yihadistas es uno de los elementos de la rivalidad entre las fuerzas del gobierno de unidad nacional y las del gobierno paralelo que encabeza el controvertido general Jalifa Haftar.
Ambas autoridades rivales aceleran los preparativos para ver cuál de las dos es la primera en lanzar una ofensiva contra los yihadistas apostados en Sirte, lo que podría alejar las perspectivas de una eventual reconciliación y de una victoria contra el EI.
El EI cuenta con entre 3.000 y 5.000 combatientes en Libia y desde allí intenta captar a cientos de combatientes extranjeros, aseguran fuentes estadounidenses y francesas.