Jerusalen. Con la posible reelección de Benjamín Netanyahu, Israel se encamina hacia un enfrentamiento cada vez más fuerte con el mundo.
Su partido Likud depende de los ultranacionalistas para formar una coalición de gobierno , lo cual no augura estabilidad ni medidas audaces para lograr la paz en el Oriente Medio.
Ahora, comienza un periodo de negociaciones. Aun con el respaldo de aliados derechistas y religiosos, el Likud de Netanyahu tiene 57 de las 120 bancas del parlamento.
Debe atraer a Moshe Kahlon, un debutante en los primeros planos de la política israelí. Kahlon se fue del partido nacionalista Likud hace dos años, después de reñir con el primer ministro, adoptó un plan vagamente centrista y coqueteó con la Unión Sionista de Isaac Herzog , un grupo moderado.
Si es, como dice, un no alineado, podría inclinar la balanza entre los bloques tradicionales de derecha e izquierda, cada uno de los cuales tiene poco menos de la mitad de la Knesset.
Muchos creen que el exdirigente del Likud se encontraría en una posición incómoda al inclinarse por la oposición a menos que el partido de Herzog tuviera una ventaja de varias bancas sobre el partido oficialista.
Las encuestas indicaron que así sucedería, pero el recuento de ayer mostró lo contrario: Likud llevaba ventaja de 30 a 24 bancas.
Si Kahlon apoya a Netanyahu, el intransigente premier obtendrá un cuarto periodo, colocándolo a la par de David Ben Gurion, el fundador de la nación.
Implicaciones. Esto no sería un buen augurio para el proceso de paz con los palestinos o para un acercamiento entre Israel y la región, algo que parecería estar al alcance de la mano en una época en que, para muchos vecinos árabes, el miedo al yihadismo puede más que la enemistad con Israel.
En la [[BEGIN:INLINEREF LNCVID20150318_0002]] era de Netanyahu[[END:INLINEREF]], Israel profundizó su inserción en Cisjordania, al sumar tantos asentamientos que en poco tiempo la región podría volverse inseparable del Estado judío propiamente dicho. Sumados a los que viven en la zona ocupada y anexada de Jerusalén oriental, hay 600.000 judíos en tierras ocupadas.
Netanyahu dijo que, en caso de ser reelegido, no permitirá la creación de un Estado palestino.
Por su parte, los palestinos afirmaron que acusarán a Israel de crímenes de guerra ante los tribunales internacionales.
Una campaña de boicot a Israel parece cobrar fuerza. Las relaciones de Netanyahu con el gobierno estadounidense del presidente Barack Obama son frías, en el mejor de los casos .
Netanyahu es consciente de este panorama y podría tratar de atraer a Herzog para darle a su gobierno un carácter más moderado, pero en sus exhortaciones finales a la base, ha prometido no hacerlo, y el precio de Herzog probablemente sería una rotación en el puesto de primer ministro.
El sistema político israelí se ha dividido según las fracturas internas del país: hay partidos de inmigrantes rusos, judíos sefardíes, judíos de diversas tendencias religiosas, sectores seculares y progresistas, la clase media europeizante y una nueva unión de partidos árabe-israelíes que son, individualmente, nacionalistas, islámicos o socialistas.
Lo único que parece inevitable es que crecerán las presiones para reformar un sistema electoral que ha provocado este caos.