Beirut. AFP. El movimiento chiita libanés Hezbolá acusó el sábado de la muerte en Siria de su jefe militar Mustafá Badreddine a los extremistas sunitas sirios y prometió seguir luchando para defender el régimen del presidente Bashar al Asad.
Hasta ahora ninguno de los grupos rebeldes o yihadistas, a los que Hezbolá combate junto a las tropas sirias, ha reivindicado el ataque que causó la muerte de Badreddine.
Mustafá Badreddine es el dirigente de Hezbolá de mayor rango muerto desde el asesinato en 2008, en Damasco, de su predecesor, Imad Mughniyé.
“Nuestra investigación probó que la explosión en uno de nuestros puestos cerca del aeropuerto internacional de Damasco que mató al hermano comandante Mustafá Badreddine, se debió a un bombardeo de artillería de los grupos takfiris (en alusión a extremistas sunitas) presentes en la zona”, dijo Hezbolá en un comunicado.
En investigación. Sin embargo, el movimiento chiita no acusó en particular a ningún grupo entre las numerosas formaciones armadas sunitas.
“Los resultados de la investigación reforzarán nuestra determinación y nuestra voluntad de proseguir el combate contra estas bandas criminales y de derrotarlas. Era el deseo y la esperanza de nuestro querido mártir”, añadió Hezbolá.
Este grupo es el enemigo jurado de Israel y es considerado una “organización terrorista” por Estados Unidos.
El movimiento chiita, que libró una guerra contra Israel en 2006, suele acusar a este país del asesinato de sus jefes, pero en esta ocasión no lo ha hecho.
El comunicado de Hezbolá “complica aún más las cosas”, subraya Waddah Charara, especialista de la formación chiita: “Si se descubre que no hubo disparos de artillería en el sector, podemos pensar en la tesis de un trabajo interno, un error en el servicio de seguridad o en una infiltración”.
Por su parte, el Ejército lanzó bombardeos en sectores de Daraya donde hay combates.