Beirut. AFP. El temor que suscitan los yihadistas en Siria y en Irak beneficia al régimen sirio de Bashar al-Asad, quien con su idea de guerra internacional contra el terrorismo busca ganar legitimidad ante los países occidentales.
El gobierno de al-Asad nunca reconoció las protestas pacíficas que comenzaron en Siria en marzo del 2011, que degeneraron en una guerra civil, en la que han muerto más de 162.000 personas.
Al-Asad califica a los militantes y yihadistas de “terroristas”.
La ofensiva lanzada el 9 de junio en Irak por los yihadistas del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) permitió a Damasco reafirmar su discurso de lucha contra el terrorismo, que asegura combatir desde el 2011.
“Después de más de tres años, ha llegado el momento. Occidente debe reconocer que se equivocó al apoyar en la región la implantación de los yihadistas”, afirmó el director del diario sirio Al Watan, Wadah Abed Rabo .
“Hay que formar una coalición internacional para luchar contra el terrorismo que se propaga de Jordania a Turquía. Ya no es solo un problema sirio”, añadió el director, para quien Siria debería formar parte de esta coalición.
La ofensiva yihadista en Irak ha puesto de relieve la debilidad del Ejército iraquí formado por Estados Unidos tras la invasión del país en el 2003.
Para el director del Instituto Alemán de Relaciones Internacionales y Seguridad, Volker Perthes, el régimen sirio está satisfecho ya que pone en aprietos a la Administración estadounidense .
“Si esta última no apoya al Gobierno de Bagdad, se la acusará de dejar el país en manos de los yihadistas. Si lo apoya con drones, será vista como una colaboradora del régimen de Bashar al-Asad y de Irán”, añadió.