Viena. AFP. A un mes de su fin, la negociación de un acuerdo sobre el programa nuclear iraní gira en torno a la cuestión sensible del acceso a las instalaciones militares de Teherán.
Teherán se resiste a abrir las puertas de sus instalaciones a los observadores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), argumentando que no tienen almacenado ningún material nuclear.
Las grandes potencias del grupo llamado 5+1, en cambio, reclaman estas inspecciones por las denuncias, siempre desmentidas por Irán, de que este país ha llevado a cabo investigaciones militares para dotarse de una bomba atómica .
“Las potencias no pueden aceptar un acuerdo que procura prohibir a la AIEA visitar las instalaciones militares”, consideró el analista estadounidense Mark Fitzpatrick del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS).
“Políticamente, esto sería indefendible”, dijo Fitzpatrick.
La semana pasada, el guía supremo del pueblo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, prometió “no permitir ninguna inspección de las instalaciones militares por los extranjeros”.
Sin embargo, estas polémicas declaraciones fueron moderadas por el viceministro iraní de Relaciones Exteriores, Abas Araghchi.
Según Araghchi, el protocolo adicional al Tratado de No Proliferación Nuclear, un documento que Irán se comprometió a cumplir en el caso de concretarse un acuerdo final, “prevé un acceso a las instalaciones no nucleares que pueden ser instalaciones militares”.
Teherán y el grupo de países de los 5+1, los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia) y Alemania, concluyeron un acuerdo marco el 2 de abril en Lausana, Suiza.
Ahora, intentan fijar los detalles técnicos de un acuerdo definitivo, que procura garantizar la naturaleza únicamente pacífica de las actividades nucleares efectuadas por Irán a cambio de un levantamiento de sanciones internacionales.