National September 11 Memorial and Museum A view of the World Trade Center North Tower memorial pool at the National September 11 Memorial & Museum New York,Tuesday, Sept. 6, 2011. (AP Photo/Susan Walsh, POOL) (Susan Walsh)
Se hacía acompañar por Bill Simon, un amigo muy cercano, y Dennison Young, su consejero y asistente principal por 26 años.
“Hacia el final del desayuno, una de las oficiales de policía de mi cuerpo de seguridad se acerca a Denny y le dice algo al oído. Denny muestra algo de preocupación y nos dice que hay un gran incendio en el World Trade Center, que un avión bimotor se había estrellado contra la torre norte”.
“Yo no sabía qué tan grave era, pero pensaba que lo que hubiera ocurrido podría ser similar a las cosas con las que estamos acostumbrados a lidar en Nueva York, como descarrilamientos del metro, incendios en rascacielos, situaciones de rehenes, apagones'
“Me despido de Bill y salgo, y lo primero que hago es mirar al cielo, veo un cielo azul hermoso, casi sobrenaturalmente hermoso, sin una sola nube. Entonces les digo a Denny y a la agente de la policía que esto no podía ser un accidente. No había forma de que un avión se desviara del curso para estrellarse accidentalmente contra el edificio, porque las condiciones de vuelo son buenas, comprendo que eso debe ser un ataque intencional.
“Nos subimos al carro y discutimos si se trata de un ataque terrorista o de un acto de una persona que está mal de la cabeza, quizás un empleado despedido, o quizás alguien a quien su novia lo ha dejado, cosas así pasan acá.
“Mientras debatimos, nos movilizamos muy rápido con las sirenas encendidas, y como desde 10 kilómetros de distancia podemos ver las llamas y empezamos a sospechar que no puede ser un avión pequeño porque la destrucción es muy grande. El edificio era tan grande que probablemente habría absorbido a un avión pequeño, sin que hubiera causado el daño que estábamos viendo.
“Ya cuando estamos como a dos kilómetros del edificio, en la calle Canal, vemos otra explosión muy grande, y a los 15 segundos nos llaman del Departamento de Policía y nos dicen que un segundo avión se estrelló. Ya no me queda duda de que es un ataque terrorista.
“Más tarde, cuando llego al World Trade Center, mi alcalde adjunto y mi comisionado de policía corren hacia mí y me dicen que la situación es grave, que las personas se están lanzando desde el edificio.
“Yo no lo creí al principio, pensé que estaban exagerando. Cuando llego a la base de la torre para verme con el comandante de los bomberos miro arriba porque caían cosas, y veo que en realidad son personas que se están lanzando. Esa fue la primera vez ese día en la que diría que entré en
“Creo que si no fuera el alcalde y si no estuviera al frente de la situación, en ese momento me habría quedado ahí paralizado, tratando de entender qué pasaba.
“Miro hacia arriba y me quedo unos segundos congelado, no se por qué hago eso, viendo cómo una persona se arroja desde una ventana y cae, cae, cae, hasta impactar en el piso. Después veo a otras personas saltando al vacío.
“Me acerco al comisionado de policía y a mi alcalde adjunto y les digo que esto es mucho más grave que cualquier otra cosa que hubiéramos enfrentado antes. Y que no contábamos con un plan para esto.
“Me dirijo al comandante de bomberos, Pete Ganci, y le pregunto si podemos rescatar con un helicóptero a las personas que están en la punta de las torres y que se están lanzando al vacío. El comandante me mira con expresión adusta, y me explica que sus hombres pueden salvar solo a las personas en el edificio que se encuentran en los pisos debajo del fuego. Él no me lo dice, pero yo de inmediato comprendo. Y lo que comprendo aterrado es que todos los que están en los pisos por encima del incendio van a fallecer.
“Creo que se me paró el corazón. Cuando le insisto en los helicópteros, me señala las llamas que salen del edificio, y me da a entender que los helicópteros explotarían si se acercan al incendio, lo cual empeoraría las cosas.
“Eso me hace ver cuán limitados son nuestros esfuerzos. Pensé en todas esas personas que iban a morir. Uno hace lo que sea para evitar la muerte de una persona.
—Con el Presidente solo en la tarde. Pero la primera vez que hablé con la Casa Blanca fue diez minutos después del hecho, cuando paso por el puesto de comando del Departamento de Policía y pido que me comuniquen con alguien en los cuarteles de Washington. Hablo con Chris Henick, director político del Presidente, y le pregunto si tenemos apoyo aéreo, y me dice que ya han despachado aviones.
“Después le pregunto si hay otros ataques y me cuenta que sí, que el Pentágono ha sido atacado –esto fue antes de que se cayera el avión en Pensilvania – y que piensa que hay entre siete y diez aviones de los que no se sabe nada, sobrevolando varias ciudades.
“Inmediatamente empieza uno a calcular cuántos más de esos aviones pueden estar volando hacia Nueva York. Pienso que hay que interceptarlos a como dé lugar.
“En ese momento, el secretario de la Casa Blanca me dice que el vicepresidente Cheney va a hablar conmigo. Y en ese instante oigo que se cuelga el teléfono y mi escritorio empieza a temblar. Entonces me asomo y veo a las personas debajo de las mesas; no tengo idea de qué está pasando, y oigo al comandante de la Policía que grita que la torre se ha caído.
“Yo pienso que se refiere a la antena de radio encima de la torre, no me pasa por la mente que el edificio se ha venido abajo. Pero la realidad es que parte del edificio se ha caído sobre la edificación en que nos encontramos.
Quedamos atrapados como 20 o 25 minutos buscando la manera de salir de ahí.
—En la calle Barclay, dos cuadras al norte de la torre. Cuando el primer bloque se viene abajo, algunos pedazos impactan nuestro edificio, rompen vidrios y bloquean las salidas, de manera que nos quedamos atrapados.
“Dos empleados de mantenimiento se acercan y me dicen que creen saber cómo evacuar. Muchos edificios de Nueva York están conectados bajo tierra, y hay una conexión entre nuestro edificio y otro en la cuadra siguiente. Pasamos por un túnel, al estilo de cualquiera de los del metro, y llegamos a ese otro edificio en la cuadra de enfrente, así salimos.
“Estábamos cubiertos de polvo. Conservo el traje y los zapatos; los zapatos están en el Smithsonian Institute con el polvo de las torres en ellos.
—Lo mandé a la lavandería. Por alguna razón nadie mandó a limpiar los zapatos.