Cúcuta AFP “¿Quieren la paz? ¿Quieren la paz?” Desde un estrado en medio de una calle repleta de gente, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, en plena campaña para su reelección el 25 de mayo, insiste en su determinación a terminar con 50 años de conflicto con las FARC.
Con un concierto ensordecedor de bocinas y pitoretas, el público lo aprueba en Cúcuta, la capital de Norte de Santander. En esta región fronteriza con Venezuela, la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que según las autoridades aún cuenta con un total de 8.000 combatientes, tiene fuerte implantación.
A 15 días de la primera vuelta de las presidenciales, Santos, cuyo gobierno de centroderecha abrió en noviembre de 2012 negociaciones de paz en La Habana sin que se detuvieran los combates, resume desde la tribuna la importancia de la consulta.
“En las próximas elecciones, el país va a elegir dar el paso adelante y conseguir la paz o volver al pasado, seguir con la guerra y sufrir las consecuencias”, dijo el presidente bajo una salva de aplausos.
El mensaje pretende ser simple y directo, a imagen y semejanza del escenario de la campaña: de camiseta roja y pantalones vaqueros, el jefe del Estado se abre camino entre miles de simpatizantes.
“No quiero que las madres entierren a sus hijos. ¡Son los hijos los que deben enterrar a sus madres!”, insiste Santos tras recordar el pesado saldo de cientos de miles de muertos que ha dejado el más antiguo conflicto armado en América Latina.
Contra rivales. El presidente la emprende directamente contra sus rivales, a los que acusa de querer “matar la esperanza de los colombianos”. Menciona en especial al candidato conservador Óscar Iván Zuluaga, respaldado por su predecesor y mentor en política Álvaro Uribe, el carismático líder que encabeza la oposición a las negociaciones de paz con las FARC.
Golpeado por un reciente escándalo que alcanzó a uno de sus asesores, quien fue acusado de haber cobrado sobornos del narcotráfico, el jefe de Estado no duda en colocar la pelota en la cancha de su principal rival tachándolo de “cínico”.
El candidato Zuloaga, a su vez, se ha visto implicado en un caso de espionaje del proceso de paz en el que aparece envuelto un miembro de su equipo.