México. AFP. La alerta por una fuga de gas fue el dramático despertar de muchas madres convalecientes que trataron de huir desesperadas con sus bebés antes de que se derrumbara el techo de una maternidad en Ciudad de México por una potente explosión .
Eran las 7 a. m. cuando un fuerte olor a gas empezó a invadir el hospital materno-nfantil de Cuajimalpa, en el suroeste capitalino, donde había una veintena de madres internadas, trabajadores y visitas.
La manguera de un cisterna que estaba surtiendo de gas al centro médico, sufrió una fuga y ni la ayuda de los bomberos pudo controlar el escape.
La fuerte explosión dejó el centro prácticamente destruido y al menos [[BEGIN:INLINEREF LNCVID20150129_0014]] dos muertos[[END:INLINEREF]] (un bebé y una mujer) y 66 heridos, 22 de ellos de gravedad.
Angustia. “Fue muy rápido. Estaba en el área de neonatos y nos avisaron que había una fuga, que desalojáramos, pero no quisimos hasta asegurar a los bebés”, narró Ivonne Lugo, enfermera del hospital de Cuajimalpa, que atiende sobre todo a madres de bajos recursos.
“Estábamos pensando cómo sacarlos y, en seguida, fue todo: la explosión, el ruido, la oscuridad”, relató Ivonne, antes de confesar con la voz quebrada: “No pudimos sacar a los bebés; no nos dio tiempo”.
De repente, ella y dos compañeras quedaron atrapadas entre los escombros que dejó la explosión. Ivonne estuvo ahí más de diez minutos.
“Me acuerdo de los llantos de los bebés, de los gritos de mis compañeras”, explicó entre lágrimas esta trabajadora de unos 50 años al salir del sureño hospital general Enrique Cabrera, donde fue atendida por hematomas y contusiones leves.
Todavía conmocionada por esa “pesadilla”, esta enfermera da las gracias por “volver a nacer”, pero no logra sacarse de la cabeza a una de sus compañeras que seguía bajo los escombros cuando los bomberos lograron llevársela a ella en camilla.
Saliendo con una sonrisa de alivio del mismo hospital, José Eduardo Manríquez, de 22 años, no lograba creer que su esposa de 20 años y su hijo recién nacido estaban bien y solo debieran hacer pruebas por el gas inhalado.
“Cuando ocurrió la explosión, lo que hizo mi esposa fue abrazar al bebé, voltearse y a ella le cayó el techo encima. No se lastimó, solo dice que le duele el pecho, pero los doctores dicen que es por lo que inhaló”, afirmó a la AFP este padre primerizo.
“Un policía la sacó. Mi esposa salió caminando, descalza y dice que muchas mujeres ni llevaban bata, iban así, encueradas (desnudas)”, agregó nervioso.
Algo similar le pasó a la esposa de Israel Santiago, un agente de seguridad de 29 años que tuvo su tercer hijo el lunes en el hospital de Cuajimalpa.
“Ella está bien, tiene unos raspones, pero salió bien de todo”, dijo aliviado.
“Mi esposa platica que se vino abajo todo el techo donde ella estaba. Sin embargo, ella, por suerte, quedó atrapada entre la cama y la cuna con el niño en brazos. Ella lo protegió”, narró.
Las autoridades reportaron 66 heridos por la explosión , pero un millar de bomberos y especialistas seguían trabajando ayer con la ayuda de perros especializados para tratar de encontrar más personas entre los escombros.
A la espera de saber si hay más víctimas o sobrevivientes, las próximas horas pueden ser cruciales para los 22 heridos graves, de los que no se ha detallado cuántos son recién nacidos.