Buenos Aires. AFP. Sin trenes, camiones ni vuelos internos se desarrolló ayer en Argentina la segunda huelga nacional del año, convocada por las centrales obreras opositoras a la presidenta Cristina Fernández, que paralizaron el país que sufre alta inflación, recesión y tensión financiera.
Los alcances del paro generaron una dura polémica entre el gobierno de la mandataria peronista, que minimizó la protesta, y los líderes sindicales del peronismo ortodoxo centrista, que calcularon en 85% la adhesión en todo el país.
“Un 85% de trabajadores expresó sus deseos frente a un Gobierno que no da respuestas. La inflación está bajando los salarios”, manifestó el líder del paro, Hugo Moyano, del gremio de camioneros.
La inflación anual supera el 30%, en tanto que la economía está en declive y cerca de entrar en recesión, y el sector financiero vive horas de incertidumbre por la batalla legal contra fondos especulativos en Nueva York , que derivó en un bloqueo judicial de pagos de la deuda, considerado “ default selectivo” por calificadoras de riesgo.
“No fue una huelga general. Un 75% no paró. El paro es político para posicionar a los sindicatos frente a las elecciones (presidenciales) de 2015. No vamos a cambiar el impuesto de ganancias”, dijo el ministro de Trabajo, Carlos Tomada.
En el primer trimestre, la caída de la producción fue de 0,2% sobre igual periodo del 2013. La estimación para el segundo trimestre se conocerá hasta el 24 de setiembre.
Mientras Moyano hablaba en la sede de la central obrera CGT, fracción opositora Azopardo, sus partidarios cantaban “Cristina decime qué se siente”, en una versión política del estribillo que los argentinos convirtieron en un hit en el Mundial Brasil 2014 de fútbol para rivalizar con los brasileños.
La huelga empezó en la madrugada, con cortes de calles y accesos a Buenos Aires por parte de sindicalistas y militantes de izquierda que también paralizaron las actividades en provincias como Córdoba, Santa Fe y Jujuy.
Peticiones. Los sindicatos dicen que la inflación anual castiga sin piedad los bolsillos de los asalariados y el desempleo creció de 7,1% en el primer trimestre de este año a 7,5% en el segundo.
Las principales demandas son derogar el impuesto a las ganancias que cada día pesa más sobre los salarios y aumentar subsidios familiares cuando la economía argentina mantiene su tónica recesiva al estancarse la actividad.
Antes del mediodía, los manifestantes que cortaron accesos a zonas clave levantaron los bloqueos y, salvo algún incidente con la Policía, el ritmo del día era casi normal, con bancos privados, comercios y supermercados que estuvieron abiertos.
La mayoría de las escuelas públicas y privadas abrieron sus puertas, aunque hubo menos alumnos.
Los sectores en los que más se sintió la medida fueron transporte de mercancías, de dinero, postal, la distribución de bebidas y la recolección de basura.
Los taxis y autobuses no se plegaron a la huelga.
En Argentina hay unos 11 millones de trabajadores registrados, de los cuales el 40% está sindicalizado, en tanto que otros cuatro millones carecen de empleo formal.