Quito
Las elecciones de este domingo en Ecuador, en las que más de 12,8 millones deben escoger al sucesor de Rafael Correa, llegan en una complicada situación económica y suponen un reto para la golpeada izquierda latinoamericana.
El adiós a Correa
Para empezar, suponen la partida de Correa tras diez años de impronta socialista con su "revolución ciudadana".
Personalista y confrontador, carismático y polémico, este economista de 53 años formado en Estados Unidos y Europa ha encabezado el período más estable de la historia reciente ecuatoriana, en parte gracias a la bonanza petrolera con la que modernizó el país y elevó sus índices de desarrollo.
Su salida, en medio de una delicada situación económica, deja al oficialismo desgastado y a la oposición sin su gran enemigo.
¿Una segunda vuelta?
Los comicios, en los que se escogerá presidente, vicepresidente, 137 diputados y cinco representantes al Parlamento Andino para 2017-2021, se prevén reñidos.
Ningún candidato se perfila para ganar en primera vuelta, para lo que se necesitan 40% de los sufragios y 10 puntos de ventaja frente al segundo más votado. Por primera vez desde el 2006, es muy probable un balotaje, que sería el 2 de abril.
El exvicepresidente Lenín Moreno, ficha del correísmo, lidera la carrera (32,3%), seguido de dos conservadores: el exbanquero Guillermo Lasso (21,5%) y la exdiputada Cynthia Viteri (14%). Más rezagado aparece el exalcalde izquierdista de Quito, Paco Moncayo (7,7%).
"Estas elecciones van a ser una especie de primarias de la derecha", opinó el analista Franklin Ramírez.
Sin duda pesará el voto de los indecisos, que rondan el 30-35%.
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Las urnas estarán abiertas desde las 07:00 hasta las 17:00 (hora local) del domingo, y los resultados se esperan hacia las 08:00 de la noche del mismo domingo.
Modelos antagónicos
La contienda electoral ha estado determinada por el coctel que sacude a la dolarizada economía de Ecuador: debacle petrolera, devaluación de monedas vecinas, fortalecimiento del dólar y altísimos costos del terremoto de abril del 2016.
Esta "tormenta perfecta", según el gobierno, es para la oposición una posibilidad de atizar el descontento de las clases medias y bajas, que hablan de derroche y mala gestión.
Pero, sobre todo, pone en juego dos modelos opuestos. Por un lado, el continuismo de Moreno, con un sistema que combina un disparado gasto social con altos impuestos y elevado endeudamiento. Por otro, el cambio de Lasso y Viteri, afín a fomentar la inversión extranjera y bajar los impuestos para estimular el consumo y la producción nacional.
Un invitado inesperado ha irrumpido: la corrupción, con casos como el de la petrolera estatal Petroecuador, que implicó a un exministro de Correa, y el de los supuestos sobornos de la firma brasileña Odebrecht a funcionarios ecuatorianos, por unos 33,5 millones de dólares. Los electores dirán si son "distorsiones" de la campaña, como afirma Correa.
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¿Más 'restauración conservadora'?
Esta elección también supone una nueva prueba para la izquierda latinoamericana, tras el giro hacia la derecha en Argentina, Brasil y Perú en el último año.
Los ecuatorianos podrían frenar lo que Correa define como la "restauración conservadora" en la región. Pero si no lo hacen, Ecuador dejará sola a la Venezuela de Nicolás Maduro y a la Bolivia de Evo Morales.
El asilo a Assange
El resultado del domingo puede ser decisivo para el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, a quien Ecuador mantiene asilado en su embajada en Londres desde el 2012 para evitar su extradición a Suecia por supuestos delitos sexuales que él niega.
Moreno es partidario de mantener el asilo, pero Lasso y Viteri dijeron que, de llegar al poder, se lo retirarán.
Assange, quien en noviembre fue interrogado por la Justicia, temía en principio ser entregado a Estados Unidos para ser juzgado por la publicación de cientos de miles de documentos clasificados sobre las guerras de Irak y de Afganistán, así como de 250.000 cables de la diplomacia estadounidense.