Santiago. EFE. En las elecciones de hoy en Chile, por primera vez en la historia reciente del país, el programa de la opción favorita plantea cambios de fondo al neoliberalismo imperante en las últimas cuatro décadas.
“Terminar con la desigualdad” en una sociedad que goza de un sano crecimiento y una envidiable estabilidad, pero que tiene enormes brechas en la distribución del ingreso, es la promesa de Michelle Bachelet.
La candidata de la Nueva Mayoría propone subir los impuestos de las empresas, otorgar educación universal gratuita y mejorar el sistema de pensiones y los servicios públicos de salud.
Todo ello, sin dañar la inversión privada y la expansión de la economía, que, según estimaciones del Banco Central, se situaría entre 4 y 4,5% el 2014, por debajo del promedio de entre 5 y 5,5% registrado con el actual gobierno del derechista Sebastián Piñera.
El plan de Bachelet, ha sido duramente criticado por el gobierno y su más cercana contrincante, la exministra de Trabajo Evelyn Matthei. Sin embargo, el mercado no ha mostrado signos de inquietud frente al casi seguro triunfo de Bachelet, quien triplica a Matthei en los sondeos.
La economía chilena ha comenzado a disminuir desde hace algunos meses su ritmo de expansión, que varios economistas vinculan a la baja en el precio del cobre, la principal exportación del país y principal fuente de ingresos del fisco.
También influye el menor flujo de capitales hacia países emergentes, en parte debido a la tenue recuperación de algunas de las economías más desarrolladas.
Los asesores de Bachelet asumen que el ciclo venidero estará marcado por una menor bonanza económica que la que ha gozado el gobierno de Piñera, pero aseguran que ello nada tiene que ver con las propuestas económicas y sociales de la exmandataria.