Pekín. AFP. Parece el matrimonio perfecto: América Latina suministra materias primas y recursos energéticos y China, manufacturas. Sin embargo, si bien el comercio bilateral se ha multiplicado en los últimos años, la región quiere ahora sacar una mejor tajada de su relación con el gigante asiático .
El próximo encuentro es en Pekín durante el foro entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) y las autoridades chinas que será hoy y mañana con la presencia del presidente Xi Jinping y sus homólogos Nicolás Maduro, de Venezuela; Rafael Correa, de Ecuador , y Luis Guillermo Solís, de Costa Rica , país que ejerce la presidencia pro tempore de la Celac.
La cita fue anticipada por el mandatario chino tras su gira de julio por Brasil, Argentina, Venezuela y Cuba, en la que se comprometió a dirigir hacia América Latina préstamos e inversiones en proyectos por unos $70.000 millones.
“Llevará nuestras relaciones a un nivel superior”, dijo Zhu Qingqiao, director general del Departamento para América Latina y el Caribe de la Cancillería china sobre la actividad.
Participarán 20 ministros de los 33 países miembros de la Celac, el organismo de integración diseñado en el 2010 como sucesor del Grupo de Río y que excluye a Canadá y Estados Unidos.
La cumbre marca la voluntad de Pekín de buscar una relación en bloque con América Latina.
“Esto es algo que China ha intentado hacer desde hace tiempo: una aproximación a la región como una totalidad”, dijo Margaret Myers, directora del programa China y América Latina del centro de estudios Diálogo Interamericano , con sede en Washington.
Estrategia. Además de su papel como principal socio comercial de la región, China se ha convertido en la última década en el segundo comprador de América Latina, y uno de los principales inversionistas ($102.000 millones según el Fondo Monetario Internacional , FMI) y mayores prestamistas, ayudando a Venezuela y Argentina a sortear dificultades.
No obstante, en los últimos meses ha acelerado su papel como financiador de grandes proyectos de infraestructura, como un nuevo canal interoceánico que unirá el Caribe y el Pacífico a través de Nicaragua.
El canal, con un costo estimado de $50.000 millones, estaría finalizado en el 2019, incluidas las obras accesorias: dos puertos, un aeropuerto, una zona franca, un centro financiero y un complejo habitacional y turístico.
Pero no es solo este canal. América Latina está unida culturalmente, pero muy mal conectada por una pésima red que solo incluye una autopista regional inconclusa, la carretera Panamericana que se interrumpe en la selva del Darién, en la frontera de Colombia y Panamá.
Además, la región tiene urgencia de renovar sus puertos marítimos, ferrocarriles y el transporte fluvial. Todo un atractivo portafolio para las empresas chinas y que Pekín, a diferencia de Estados Unidos los últimos años, parece estar decidido a financiar.
“Hay acuerdos que China está interesada en llevar a cabo, como el proyectado ferrocarril entre Perú y Brasil y el gasoducto desde Venezuela a Colombia hasta el Pacífico”, señaló Myers.
Con los precios de las materias primas en caída, América Latina quiere ahora ingresar al difícil mercado chino. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha encomendado ya dos estudios sobre las oportunidades que se abren para firmas latinoamericanas en el mercado chino.
El comercio total entre China y América Latina llegó a $292.000 millones en el 2013, casi diez veces más que en el 2003, pero casi dos terceras partes corresponden a las ventas chinas y las exportaciones latinoamericanas se concentran en productos minerales.
Hasta ahora apenas cerca de un centenar de empresas, en su mayoría brasileñas, han invertido en China, sobre todo en alimentos, bebidas y minería.
Centroamérica ha tratado de penetrar los mercados asiáticos con su café, desafiando el té.
México busca que el tequila tenga el mismo éxito que ha logrado la multinacional de la industria alimentaria Bimbo, que con sus productos de panificación desde el 2006 se ha convertido en un modelo exitoso.