Desde que trascendió la fuga del narcotraficante contemporáneo más poderoso del continente, el mexicano Joaquín El Chapo Guzmán, la capacidad de asombro del mundo ha sido sometida a prueba de manera creciente.
Y es que los noticiarios internacionales, un día sí y otro también, sorprenden con nuevos detalles sobre la espectacularidad de la evasión del capo de capos, el líder del poderoso Cartel de Sinaloa quien se superó a sí mismo en vista de que había protagonizado una fuga bastante osada en enero del 2001, cuando escapó de prisión en una cesta de ropa sucia y con la ayuda de varios guardias corruptos (vea nota anexa El guasón del narco mexicano ).
¿Es la reciente fuga del Chapo Guzmán la más espectacular de la historia? Imposible definirlo, pues quienes han logrado huidas de película tenían otros contextos, empezando por las diferencias de los avances tecnológicos según las épocas.
Sin embargo, hay grandes referentes que, en su momento, también atrajeron la atención mundial y se convirtieron en verdaderas leyendas.
Imposible arrancar con la seguidilla de algunos de los casos más célebres sin otro que no sea la famosa fuga de la cárcel de Alcatraz (Estados Unidos), inmortalizada en la película que estelarizó Clint Eastwood en 1979.
Como si la historia no tuviera suficientes ribetes peliculeros, conforme pasa el tiempo la leyenda se agiganta porque, si bien la fuga fue exitosa, al día de hoy, 53 años después aquel 12 de junio de 1962, se desconoce el paradero de los tres hombres que lograron lo que hasta entonces se juraba imposible: un escape de Alcatraz.
Sin rastro
Ubicada frente a la Bahía de San Francisco, en la costa oeste de EE.UU., Alcatraz era considerada una prisión infranqueable. Pero no.
Frank Morris y los hermanos Anglin (John y Clarence), quienes cumplían condenas por atracar bancos, lo lograron en 1962.
Con mucha paciencia –de todas maneras, tiempo de ocio para pensar es lo que más sobra en prisión– y armados con cucharas y otros cubiertos robados de la cocina, fueron cavando un túnel a través de las paredes de sus celdas. Tapaban los agujeros con pósters y postales.
Tras lograr abrir un boquete al otro lado de la celda, fijaron la fecha del escape: 12 de junio de 1962. La última revisión nocturna por parte de los guardias era a las 10 de la noche; ningún oficial notó la ausencia de los presos porque “los observaron” mientras dormían plácidamente.
Lo que en realidad había en sus camas eran cabezas de muñecos a las que les pintaron cabello. Como ocurre en todas las cárceles del mundo con sus mercados negros, hasta en Alcatraz había forma de proveerse de algunos objetos.
Tras cruzar el túnel salieron por un conducto de ventilación hasta el techo. Tenían lista una balsa construida de lonas o carpas, la que habían confeccionado con ayuda de otros presos.
Las alarmas por el escape se dieron hasta la mañana siguiente. Los ahora tres célebres fugitivos habían tenido toda la noche para huir.
Su rastro se perdió para siempre. ¿Lograron escapar o solo fallecieron en el mar?
Hay hipótesis en ambos sentidos. Autoridades e historiadores elucubraron que los hombres habían muerto en las frías aguas de la Bahía. Pero pequeño gran detalle: no se encontró ningún cuerpo. Ni siquiera el rastro de la balsa.
Además, la madre de los Anglin recibió cada año hasta su muerte un ramo de flores –sin tarjeta– el día de su cumpleaños.
De haber sobrevivido, John Anglin tendría hoy 84 años, Clarence 83; y Frank Morris 87. Lo surrealista es que la investigación sigue abierta, pues mientras no aparezcan vivos o muertos, la pesquisa sigue activa hasta que cumplan los 99 años, cuando expiren las órdenes de búsqueda y captura.
Sin embargo, de acuerdo con una reseña sobre el caso publicada en el 2012 por el diario español El Mundo –con motivo del 50 aniversario del suceso– el agente Michael Dyke, el único oficial que sigue dedicado a investigar el caso, considera que “lograron la hazaña”.
Según datos que maneja Dyke y que han sido publicados por la prensa estadounidense en varias ocasiones, la estadística juega a favor de los evadidos, con todo y los precarios recursos con que contaban al hacerse al mar.
“Los cuerpos de dos de cada tres personas que no logran salir de la bahía de San Francisco se recuperan. Si los hermanos Anglin y Morris hubieran muerto, los cadáveres de dos de ellos tendrían que haber aparecido”.
Otras consideraciones que juegan a favor de su supervivencia durante la fuga, es que ninguno era un delincuente peligroso, robaban bancos pero nunca incurrieron en violencia física y justamente fueron a dar a Alcatraz por la facilidad con que se habían escapado de otros penales menos severos.
Lo cierto es que no saber qué fue de ellos termina de conferirle a la leyenda de esta historia una suerte de encanto místico.
En alas del amor
Conocido como “el Rey de la Fuga” en Europa, el francés Michel Vaujour tiene una historia impresionante, no solo por haber pasado casi 30 años en la cárcel, si no por haber protagonizado cinco fugas; la última de ellas, en 1986, le dio la vuelta al mundo.
Lo más increíble es que, a pesar de todo lo anterior, hoy, a sus 63 años, es un hombre libre convertido en una figura casi mítica que ha sido entrevistado por los medios más importantes del Viejo Continente y, por fin, encontró el sosiego en la libertad.
Un perfil suyo publicado en el 2009 en El País de España lo muestra como un hombre duro, de pocas pero brillantes palabras.
La entrevista aterriza pronto sobre su fuga más famosa, aquella de 1986. De acuerdo con el relato de El País, su pareja de entonces, Nadine, tras pasarse unos meses en unos cursillos de piloto, alquiló un helicóptero y se presentó una mañana sobre el patio de la cárcel de La Santé, en plena ciudad de París. Michel y otro preso, Pierre Hernández, la esperaban abajo. Ella les arrojó un saco que contenía un fusil y una cuerda atada a un gancho. Con ella, Vaujour y su compañero escalaron hasta el tejado mientras Nadine situaba el helicóptero en su vertical, a pocos metros. Los guardias no se atrevían a disparar porque si el aparato se venía abajo, podía ser peor.
Ojo esta imagen (hasta en una película sonaría a quimera): los otros presos (y algunos familiares que aguardaban en la entrada porque era domingo, día de visita) animaban con sus gritos a Vaujour y al otro recluso.
Ambos llegaron al techo y lograron incorporarse y guardar el equilibrio a pesar de los nervios y del remolino de aire que levantaban las aspas. Michel saltó, se colocó a horcajadas en el patín del helicóptero y se abrazó a una barra; Hernández se quedó en el tejado, agarrado a una chimenea; nadie aclaró jamás si por cobardía o porque en el último momento el helicóptero se elevó unos metros inalcanzables. Los vio desaparecer en el cielo azul de esa mañana de París.
Meses después de esta última escapada, entró en coma al recibir un balazo de un policía en una atraco a un banco que fracasó. Cuando despertó, se vio de nuevo encerrado en prisión. En 2003, un informe carcelario aconsejó su liberación por buena conducta y Vaujour salió de la cárcel caminando hacia una nueva vida, libre al fin, legalmente.
Michel, quien fue un pésimo estudiante a pesar de que informes psiquiátricos lo ubicaron años después como un “superdotado” empezó a delinquir por diversión... y luego ya no pudo parar. Se “especializó” en atracos. Y más tarde, en fugas.
Le dijo a El País que “la disciplina mental cuenta. Con ella analizaba cualquier posibilidad de fuga. La repasaba millones de veces en mi cabeza. Así, cuando llegara la oportunidad, la aprovechaba”.
Cuando se le preguntó si aconsejaría a un preso a que se escapara, respondió:
– Esa es decisión suya. Nadie puede aconsejarle en eso. A nadie le importa.
Viajero frecuente
Las historias sobre fugas famosas han pululado por estos días en medios mundiales a raíz del escape del Chapo.
CNN dio cuenta del caso de Pascal Payet, condenado a 30 años en una cárcel francesa por asesinato. Como lo hiciera su compatriota lustros atrás, Payet utilizó el helicóptero tres veces, en el año 2001, en el 2003 y en el 2007.
Según la reconstrucción de CNN, en su primera huida estuvo acompañado de otro recluso y se fugaron en helicóptero de una cárcel de Luynes. Dos años más tarde, cuando aún era fugitivo, ayudó a otros reclusos a escapar de la misma cárcel.
Fue de nuevo capturado y enviado a una prisión de alta seguridad en el sur de Francia de donde salió en el 2007 en otro helicóptero que aterrizó en el techo de la penitenciaría.
Después de pasar por numerosos establecimientos penitenciarios, en 2007 sería trasladado al módulo de máxima seguridad de la cárcel de Grasse desde la que emprendió su última y más espectacular fuga.
Desde aquel 14 de julio de 2007, sus pasos le condujeron a Brighton, ciudad inglesa, a la mesa de un cirujano plástico para reconstruirse el rostro y a España. Concretamente a Mataró, ciudad cercana a Barcelona. Ahí mismo, en setiembre del 2007 sería capturado sin oponer resistencia a la salida de un restaurante.
Ahora se encuentra entre rejas, si bien el paradero de este bandolero marsellés es altamente secreto, afirma CNN. Últimamente se ha sabido poco de él; en el 2012 uno de sus abogados denunció ante la prensa que Payet estaba confinado en una celda de cuatro metros cuadrados, sin ventilación, sin luz, encerrado 23 de las 24 horas del día. A menos que logre fugarse otra vez, su única posibilidad de volver a pisar la calle ocurrirá en el 2038, año en que por fin sería liberado.
El contorsionista
Una de las últimas (y más llamativas) fugas, según reseñó esta semana el diario español ABC, el reo no era otro que Choi Gap-bok, un asiático que había practicado este deporte durante 23 años y que fue encarcelado en la ciudad de Daegu en setiembre del 2012 por robo.
Tras ser encerrado en una celda de aislamiento durante cinco días, el 17 de ese mismo mes se untó pomada alrededor de la piel y, haciendo uso del yoga que tan aprendido tenía, se escapó por una pequeña ranura ubicada en al parte inferior de la puerta que daba al exterior (utilizada para servirle la bandeja con la comida).
A diferencia del éxito o el glamour que han revestido otras fugas famosas, la de Choi no tuvo un final consecuente con el calibre de su increíble técnica de escape: la fuga duró apenas 34 segundos, tiempo en el que se deslizó a través de un hueco ¡de apenas 15 centímetros de alto y 45 de largo!.
Los guardias estaban durmiendo y él, al igual que los famosos prófugos de Alcatraz, hizo un muñeco, solo que con almohadas, por debajo de las sábanas.
Sin embargo, nada valió para el resbaladizo preso, pues los guardias se despertaron y lo atraparon en el acto.
“Colega” latino
Las comparaciones entre el Chapo Guzmán y el capo colombiano Pablo Escobar Gaviria, el narcotraficante más temido durante los años 80, se han dado desde que el mexicano empezó a descollar en su reinado del narcotráfico.
Con la fuga de Guzmán, no tardaron en cruzarse analogías con la fuga que protagonizó Escobar de una cárcel en Antioquia la madrugada del 22 de julio de 1992.
La prensa colombiana ha vuelto sobre la fuga de Escobar por estos días. Es así como el diario El Tiempo estableció que, a diferencia del escape de Guzmán, quien huyó a través de un túnel de kilómetro y medio, Escobar lo hizo a través de un muro de yeso por un costado del centro penitenciario que se levantó en sus propios terrenos, con complicidad de los guardias, de militares y del aparato criminal que seguía manejando tras las rejas.
El capo escapó junto a su hermano Roberto de Jesús y nueve de sus lugartenientes, tras mantener secuestrados a altísimos funcionarios de gobierno y militares. Y es que Escobar y los suyos se manejaban a sus anchas por la cárcel La Catedral, considerado después prácticamente un “hotel de lujo” construido por los propios narcos con tal de purgar sus penas en Colombia y evitar la extradición a Estados Unidos.
Uno de los protagonistas de esta historia, John Jairo Velásquez Vásquez, conocido como Popeye y lugarteniente de Escobar, fue entrevistado por Univisión esta semana a raíz del caso del Chapo. Popeye, quien se convirtió en una figura mediática en Latinoamérica al ser personificado en la serie El patrón del mal , salió de prisión el año pasado y se ignora su paradero, pero se comunica con el mundo por medio de redes sociales.
Velásquez asegura que la fuga de Guzmán no se compara con la de Escobar. “Cuando yo me fugo con Pablo Emilio Escobar Gaviria de la cárcel de La Catedral, está rodeada por el Ejército de Colombia. La cárcel la construyó Pablo Emilio Escobar Gaviria. Nosotros visitábamos la cárcel cuando la estaban construyendo y ya teníamos la parte por donde nos íbamos a ir”.
“En el caso de El Chapo Guzmán es muy delicado. En las prisiones de alta seguridad no se pueden hace túneles, porque en el cuarto principal hay sensores que reportan inmediatamente que se está cavando. Esa fuga es con dinero. Esa fuga tiene que ver los guardias del penal y mucha gente afuera. Esa fuga, yo le pongo que vale unos 50 millones de dólares”, sentencia.
Evidentemente, se considera experto en la materia. Afirma que a Guzmán Loera le augura 18 meses prófugo porque “la DEA y todas las autoridades estarán tras él”.
Para Popeye, jefe de sicarios de Escobar y a quien se le atribuye haber orquestado la muerte de más de 3.000 personas y de asesinar por su mano propia al menos a 300, los días del Chapo en libertad están contados.
“Los estadounidenses ya no van a confiar más en la justicia mexicana...El Chapo sabe que ya no se puede juntar nuevamente con quienes se juntaba. Romperá todo vínculo que tenía. Con los únicos que se verá es con los socios en el tráfico de drogas y los que le manejan el aparato militar”.
Augura que será difícil cazarlo pero la diferencia la harán los 20 millones de dólares que, según Popeye, tiene su cabeza para las autoridades de Estados Unidos. “El que tenga precio, cae porque cae”, concluyó.