El excanciller uruguayo Luis Almagro asumió la semana pasada el cargo de secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), con la promesa de renovar la entidad y volverla más ágil, al brindar respuestas a los conflictos. Su objetivo es “transformar la OEA a las realidades del siglo XXI”, dijo en su primer discurso.
En una votación sin rivales, Almagro fue elegido el 18 de marzo como sucesor del chileno José Miguel Insulza, quien ocupó el cargo durante una década.
Para el analista político y director del Centro de Investigación Periodística en las Américas, Ezequiel Vázquez-Ger , la organización, ya desgastada, urge un cambio, pues su postura silenciosa ante casos que ameritan intervención, como la crisis política en Venezuela, la perjudican.
Vázquez-Ger concedió una entrevista a este diario para ahondar en el actual estado de la OEA y en los retos que deberá afrontar el nuevo jerarca. Este es un extracto de la conversación:
¿Cuál es el balance que realiza de la gestión de José Miguel Insulza? ¿Cuál es su legado y qué dejó pendiente?
El balance de la era Insulza en la OEA es, en mi opinión, muy negativo, tanto para la OEA, para la gestión en sí y para la región en general. En los últimos 10 años la democracia en América Latina ha visto un paulatino retroceso. Muchos gobiernos, utilizando procesos electorales como excusa y utilizando el nombre de la democracia como bandera, no han hecho más que socavar los principios sobre los cuales las democracias se sustentan. Venezuela y Ecuador son los ejemplos más claros de gobiernos que para perpetuarse en el poder, han reformado sus constituciones, controlado sus sistemas judiciales y perseguido a la prensa. Y todo esto ha ocurrido bajo un silencio por parte de Insulza y la OEA. En lo que respecta a la OEA en sí, desde lo administrativo, la gestión de Insulza deja a la organización con una gran serie de problemas. El quiebre moral de la organización se ve no solo en sus actuaciones políticas externas, sino, también, en el actuar interno.
¿Cuáles considera que son los problemas más graves que enfrenta la OEA?
La OEA está pasando por un momento sumamente complejo. El sistema interamericano sobre todo ha sido víctima de ataques por parte de Venezuela y Ecuador durante los últimos años. A punta de petróleo barato o regalado, Venezuela pudo tener control casi total del Consejo Permanente, a través de la “compra” de votos de países del Caribe. Otra cuenta pendiente es el tema de la corrupción. Los niveles de corrupción en la región se han vuelto insostenibles. La corrupción no tiene ideología. De Brasil a Argentina, de Venezuela a Ecuador; todos han sido víctimas de la desaparición de cantidades incalculables de dinero durante los últimos años. La OEA, si bien cuenta con la Convención Interamericana Contra la Corrupción, no ha hecho nada al respecto.
¿Estima que hay una desconexión entre la OEA y la región latinoamericana?
La desconexión entre la OEA y la región es la misma desconexión que existe entre muchos gobiernos y sus ciudadanos. Veamos Venezuela como ejemplo. Más de 35 expresidentes de la región han pedido la liberación de los presos políticos. Decenas de parlamentos de la región y organizaciones de la sociedad civil han hecho lo mismo. Sin embargo, los presidentes se encuentran callados, y como lamentablemente la OEA responde a las directrices de los presidentes, no de la sociedad civil, la OEA también se ha quedado callada.
¿Cree que la labor del nuevo secretario debería tener un papel más protagónico en América Latina?
Claro. La OEA debería tener un papel más protagónico, papel que, hoy por hoy, ha perdido. Como ocurre siempre que hay un espacio vacío, ese rol está siendo ocupado por líderes y organizaciones que no necesariamente creen en los principios democráticos y en la carta democrática.
¿Es posible que la OEA sea un organismo más eficiente y menos burocrático en brindar respuesta a conflictos como pretende el nuevo secretario general de la organización, Luis Almagro?
Por supuesto que es posible. La OEA posee un enorme capital humano, gente estudiada y capacitada. Sin embargo, sienten que están a la deriva. La escandalosa situación financiera pone en riesgo la estabilidad laboral y eso es muy negativo para el día a día. La OEA necesita un líder que despierte el talento de su cuerpo funcional y la impulse a recuperar su rol protagónico en el continente.
¿A qué retos se enfrenta el nuevo jerarca de la entidad?
En cuanto a lo programático, Almagro debería enfocar su gestión en tres líneas de trabajo fundamentales: primero, hacer frente a la situación de los derechos humanos en Venezuela, exigiendo una visita de la Comisión Interamericana al país; segundo, ordenar una auditoría externa, a cargo de una empresa de reputación internacional para analizar, investigar y hacer público todos y cado uno de los movimientos de Insulza en cuanto al manejo financiero de la organización, y tercero, proponer la creación de una comisión contra la corrupción, que tenga potestad de recibir y procesar denuncias, iniciar investigaciones, realizar pedidos de información a los Gobiernos de la región, y emitir sanciones y designaciones públicas cada vez que se compruebe un crimen.