GRABOVE, UCRANIA. AFP. Los equipos de rescate se afanaban en recuperar los restos de los 298 pasajeros que murieron al estrellarse en un avión en el este de Ucrania, en una zona que controlan los separatistas prorrusos , donde el olor a cadáver es insoportable.
Después de dos días de la catástrofe, provocada supuestamente por el disparo de un misil, los restos humanos que quedaron esparcidos a lo largo de varios kilómetros comenzaron a ennegrecerse y a hincharse por el calor.
Los uniformes azules de los bomberos contrastan con el amarillo de los campos de trigo en los que se adentran para seguir con la búsqueda de más cadáveres .
A última hora de la mañana, en la zona del siniestro, a 50 kilómetros al este de Donetsk, los equipos de rescate trabajaban y de fondo se oían detonaciones.
La línea del frente entre los separatistas prorrusos y las tropas ucranianas está a tan solo unos kilómetros y, a pesar de la catástrofe, el fuego no ha cesado.
Los equipos de socorro buscaban las varillas con pañuelos blancos que se plantaron el día anterior y que indican la presencia de restos humanos esparcidos entre los campos de trigo.
Luego de ser localizados, los cadáveres se introducían en bolsas negras y se llevaban en camillas hasta un autobús.
Su destino es la morgue de Donetsk. Según los insurgentes prorrusos, en esa ciudad, en manos de los rebeldes, ya hay 27 cuerpos hallados a unos kilómetros, cerca de otro pueblo.
La zona de varios kilómetros estaba muy vigilada.
Decenas de rebeldes prorrusos armados bloqueaban el paso por una pequeña carretera que atraviesa la zona en la que cayeron los restos del avión y la tensión en la zona era palpable.