París. AFP. El gobierno socialista francés aprobó ayer por decreto un polémico proyecto de ley de reformas de la economía, ante el riesgo de que diputados de su propio partido lo hicieran fracasar, con lo que abrió una crisis política de consecuencias imprevisibles.
El texto, conocido como ley Macron por el nombre del ministro de Economía, Emmanuel Macron, prevé medidas como la apertura de comercios 12 domingos al año, la revisión de las tarifas que aplican desde jueces hasta notarios, la apertura de los transportes urbanos a la competencia o medidas para flexibilizar el mercado laboral, la vivienda y el medio ambiente.
El primer ministro, el socialista Manuel Valls, explicó que recurría al artículo 49-3 de la Constitución, que permite al Gobierno obviar al Parlamento ante el riesgo de “un rechazo” del texto, debido a la oposición de un sector de su grupo parlamentario.
Los opositores dentro del propio Partido Socialista están en contra de que esta ley sobre la “actividad y el crecimiento” flexibilice el Código Laboral y, en particular, se amplíe de 5 a 12 los domingos laborables.
Medida de emergencia. En horas previas a la votación, el Gobierno comprendió que los críticos de su propio partido, que cuenta con 288 escaños, iban a votar en contra de la ley Macron, al igual que lo haría la gran mayoría de los diputados ecologistas y los del Frente de Izquierda y la mayor parte de la derecha, lo que ponía en riesgo la votación.
Valls obtuvo la luz verde del presidente François Hollande para recurrir a este artículo de la Constitución que permite al Gobierno aprobar una ley sin votación en el Parlamento.
El Gobierno “hará todo” lo posible para que esta ley “se apruebe porque es útil para el país”, declaró Valls.
Esta “es una medida de precaución”, comentó el politólogo Philippe Braud, ya que aunque no se excluía un voto positivo gracias a algunos votos de la derecha y del centro, “para un gobierno siempre es molesto deber el éxito a una parte de la oposición”.
Es la primera vez que se recurre al artículo 49-3 desde el 2006, cuando el entonces primer ministro Dominique de Villepin lo utilizó para aprobar la ley que facilitaba la primera contratación de los jóvenes, fustigada en aquella época por el actual presidente Hollande, quien se desempeñaba como diputado.
Los diputados de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), principal grupo de oposición de derecha, anunciaron la presentación de una moción de censura contra el gobierno, que será debatida el jueves.
Si la moción de censura, que se votará mañana por la noche fuera aprobada, lo que parece poco probable dada la relación de fuerzas en la Asamblea, el gobierno tendría que dimitir, y sise rechaza el proyecto de ley será dado como aprobado en primera lectura.
“La verdad estalla a la luz del día: no hay ni mayoría ni gobierno”, comentó en Twitter el expresidente de derecha Nicolás Sarkozy, presidente del UMP.
El texto, que será sometido esta primavera al Senado, cuenta con unos 200 artículos. El más emblemático es el referente al trabajo dominical que va a sacudir los hábitos.
El ministro de Economía, que sufre su primer revés político pese a su brillante currículo, lamentó que los opositores a su ley constituyan “una forma de unión” de aquellos “que no quieren cambiar el país”.
“Nuestro país está contra la pared y el statu quo ya no es una opción. Necesitamos un nuevo respiro”, dijo este exbanquero de 36 años, al presentar su texto, muy criticado por sus detractores que indican que responde a las exigencias de los empresarios, pese a que estos consideran que no ha ido suficientemente lejos para incentivar la economía.
Para Macron, la crisis actual en Francia, caracterizada por un crecimiento pírrico y un desempleo récord de más del 10%, se debe a una “falta de competitividad, la pérdida de importancia económica (de Francia), márgenes demasiado débiles, falta de movilidad de la sociedad y falta de fluidez”.