EscucharEl papa Francisco advirtió a los hampones que arriesgan irse al infierno si no se arrepienten y renuncian a su “poder y dinero teñidos de sangre”.
Francisco formuló su advertencia este viernes en una jornada de plegaria para familiares de personas asesinadas por la mafia, durante la cual se leyeron en voz alta los nombres de 842 víctimas.
"Dejen de hacer el mal, conviértanse", lanzó el papa Francisco a los mafiosos.
El papa participó en una vigilia de oración con los familiares de las víctimas de la mafia celebrada este viernes en una iglesia de Roma.
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Una creyente estira el brazo para tocar al papa Francisco al final de la ceremonia de vigilia por las víctimas de la violencia de la mafia en la iglesia Gregorio VII en Roma, Italia, este viernes. (EFE)
"El poder, el dinero que tienen hoy, proviene de muchos crímenes mafiosos. Es un dinero ensangrentado, sucio, que no los llevará al paraíso", advirtió el pontífice argentino.
En la vigilia participaron representantes de unos 15.000 familiares de personas asesinadas, heridas o extorsionadas por las diversas organizaciones criminales de Italia.
"Conviértanse. Aún tienen tiempo para evitar el infierno, porque es el infierno lo que les espera si siguen por ese camino", clamó el papa.
Dirigiéndose a los parientes de las víctimas, entre ellas varias provenientes de América Latina, Francisco admitió que comparte con ellos la esperanza de que el sentido de responsabilidad lentamente derrote la corrupción en todo el mundo.
Se trata de la primera vez que un papa participa en la vigilia de la décimo novena Jornada de la Memoria y del Compromiso, organizada en Latina (sur de Italia) por la asociación antimafia Libera, fundada por el combativo religioso italiano Don Luigi Ciotti.
Una muchedumbre aplaudió al pontífice argentino cuando entró, de la mano de Ciotti, a la moderna iglesia romana de San Gregorio VII, cerca al Vaticano, para la vigilia de oración.
"Esperábamos al padre y hemos encontrado a un hermano", dijo Ciotti después de que el papa dedicara largo tiempo a saludar, abrazar y bendecir a numerosas mujeres, niños y ancianos que esperaban su paso dentro del recinto para entregarle cartas, libros y flores.
