Su vida personal y su trayectoria política a la cabeza del Partido Popular (PP) español ha estado marcada por un estilo conservador, sobrio y marcadamente fóbico a los relajamientos morales y políticos.
Pero como es conocido, la vida da muchos giros y ahora este cristiano muy español, José María Aznar, se enfrenta, a sus 43 años, con una prueba de estira y encoge para asegurarse la elección como presidente del gobierno a principios de abril, que pondrá a prueba su personalidad muy austera y con poca "mundología".
Y sobre todo para responder al deseo de los hispanos expresado en las urnas: un gobierno acompañado, que gobierne con pactos.
Tras ganar escaños el 3 de marzo con poca ventaja (156 curules) a su principal rival, Felipe González, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE, 141 curules), en la Presidencia en los últimos 14 años, Aznar se enfrascó en un forcejeo político para obtener el respaldo, en especial, de los partidos regionales y llenar la cuota que le permita formar gobierno de minoría; por ello, fue escogido como personaje de la semana.
Su férrea idea de ejercer un centralismo gubernamental español está ahora a prueba, ante la necesidad de negociar con partidos nacionalistas como la coalición catalana Convergencia i Unió (CiU, 16 escaños) y el Partido Nacionalista Vasco (PNV, 5 curules) las 20 bancas que requiere para capitalizar 176 de los 350 bancos en el Congreso de los Diputados.
Por ahora, lo único que tiene en manos son los cuatro escaños de la afín Coalición Canaria (CC), que le ofreció sin tardanza su respaldo tras conocerse los resultados de los comicios.
Cuesta arriba
Sin cerrar portillos, el PP mostró el viernes su disposición a explorar toda opción posible en su intento de formar gobierno en un período de dos meses, a partir del 27 de marzo, fecha en que está prevista la integración de las Cortes (Parlamento).
De lo contrario, si el PP o ninguna otra organización consigue el apoyo político necesario para formar la próxima administración hispana, habrá que recurrir de nuevo a las elecciones.
El desafío de Aznar se perfila cuesta arriba, sobre todo, si se toma en cuenta que debe negociar con políticos muy experimentados como el catalán Jordi Pujol, aliado de González en el anterior gobierno socialista.
La CiU, hasta el momento, ha tirado de la cuerda para tener una posición ventajosa que le permita ciertos dividendos.
El PNV aguarda un ablandamiento de la postura política del PP, lo que ha comenzado a efectuarse.
Los primeros signos de flexibilidad y de concesiones han ganado terreno en Cataluña, donde el PP retiró dos solicitudes al parlamento regional en las que pedían investigar posibles irregularidades financieras en la administración de la CiU.
El triunfalismo preelectoral de Aznar y el PP cedió puesto a una ofensiva de coqueteo y encanto político.
Como dijo el dirigente vasco Iñaki Anasegati, "el PP del lunes no tiene nada que ver con el PP de hoy. Empieza a cambiar".