Bruselas. AFP. Grecia y sus socios de la zona euro se encaminaron ayer lentamente hacia un compromiso luego de una cumbre que comenzó ensombrecida por una desastrosa reunión de ministros de Finanzas, en la que el Eurogrupo y Atenas no lograron ponerse de acuerdo.
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, acordó con el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, al margen de la cumbre, reanudar el diálogo a nivel técnico para facilitar una nueva reunión de ministros de Finanzas el lunes.
Este trabajo técnico tiene por objetivo, según la portavoz de Dijsselbloem, hallar una “base común” entre el actual programa de rescate griego, del que Atenas quiere liberarse, y las propuestas griegas.
“Dimos pasos importantes; no cubrimos toda la distancia pero una parte importante”, dijo Tsipras.
Dijsselbloem presentó a los mandatarios de la UE lo acordado con el Gobierno griego, una declaración “que va en la buena dirección”, estimó Tsipras al dar cuenta de ella.
Intimidación. “Grecia no hace chantaje ni acepta el chantaje”, manifestó Tsipras, al evocar un “escenario de intimidación” en la reunión del miércoles del Eurogrupo.
Agregó que en las últimas horas se repitieron “dentro y fuera de Grecia los escenarios de crisis y quiebra” si el nuevo Gobierno de Atenas no aceptaba la extensión del programa.
El Eurogrupo quiere que Atenas prorrogue el programa y lleve a cabo las reformas pactadas, antes de comenzar a estudiar soluciones para aligerar la gigantesca deuda griega, que representa en torno al 175% de su PIB. Si no lo hace, Grecia podría caer en cesación de pagos y, tal vez, quedar fuera de la zona euro.
Este programa, que permitió a Atenas recibir dos rescates a su economía desde el 2010 a cambio de un plan drástico de austeridad, fue denunciado por el nuevo gobierno griego de izquierda.
Atenas se opone a pedir una extensión de su programa y quiere, en cambio, que se cree un “programa puente” para mantenerse a flote hasta setiembre. Propone cumplir con 70% de las reformas ya pactadas con sus acreedores, mientras que el 30% restante sería reemplazado por una serie de reformas elaboradas con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
El programa, que termina a fines de febrero, fue impuesto a Grecia a cambio de los dos rescates de la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) desde 2010, por el que Atenas recibió unos 240.000 millones de euros.
Berlín se opone a que se sustituya el programa de reformas griego actual por uno más flexible, así como Finlandia, que prestó a Grecia alrededor de 2.700 millones de euros.
“Nos estamos quedando sin paciencia. Grecia debe mantener sus compromisos”, dijo el primer ministro finlandés, Alex Stubb, que enfrenta elecciones legislativas en abril.
España también se opone a cambios en las reglas para Grecia. En pleno año electoral, el gobierno conservador de Mariano Rajoy ve como una verdadera amenaza el avance en las encuestas de la formación de izquierda Podemos, estrecho aliado de Syriza.
“La transición del programa (actual) a un nuevo programa griego es el único objetivo de las discusiones y del próximo Eurogrupo” que debe llevarse a cabo el lunes, agregó Tsipras.
“Olvídense del programa. Ya no existe. Tampoco existe la troika”, espetó. Tsipras se niega a negociar con los técnicos que envía la “troika” de acreedores compuesta la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional; aspira a hacerlo con cada institución por separado.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, advirtió por su parte que “aún quedan muchas cosas por hacer”.
Juncker se declaró “inquieto” y pidió “regresar al sentido común”. El ex primer ministro luxemburgués propone que 30% de las medidas que el gobierno estime tóxicas y antisociales sean reemplazadas por otras que tengan un impacto fiscal equivalente.
“Es sobre esta base que vamos a intentar hallar un acuerdo en los próximos días”, aseguró.