Cerca de los restos del peor desastre nuclear civil del mundo, un ejército de trabajadores, protegidos de la radiación por gruesas losas de concreto, está construyendo un enorme arco.
Si todo sale conforme a lo planeado, para el 2017 el arco revestido de brillantes extensiones de acero inoxidable será delicadamente presionado sobre almohadillas de teflón para cubrir el destartalado escudo que fue construido para sepultar los restos radiactivos del reactor que estalló y se incendió en Chernóbil en abril de 1986. Cuando sus extremos estén cerrados, podrá contener cualquier polvo radiactivo si el antiguo escudo colapsa.
El nuevo sello eliminará la persistente amenaza de que ocurra algo similar a la pesadilla de hace 28 años, cuando la precipitación radiactiva envenenó kilómetros a la redonda y convirtió las aldeas en pueblos fantasma, llenos de los ecos de vidas abandonadas.
El arco también permitirá que comience la etapa final de la limpieza de Chernóbil: una tarea ardua para retirar los restos del reactor fuertemente contaminados y almacenarlos de manera segura permanentemente. Que esta labor cambiara de las manos internacionales a las de Ucrania, presenta nuevas inquietudes, especialmente cuando Rusia amenaza las fronteras de esa nación.
Por ahora, el arco en construcción es un signo de progreso.
“Es una estructura asombrosa”, dijo Nicolás Caille, director de proyecto de Novarka, el consorcio de compañías francesas que está construyéndola. “No se le puede comparar con nada más”.
Mientras las naciones debaten el futuro de la energía atómica como una forma de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el arco es también un vivo recordatorio de que la energía nuclear conlleva enormes riesgos.
La contención y la limpieza llevan las capacidades de ingeniería a su límite, como también descubrió Japón desde el colapso en la planta energética de Fukushima hace tres años.
Incertidumbre en el proyecto. Los ingenieros han diseñado el arco de Chernobyl para que se mantenga en pie 100 años, el tiempo que podría tomar limpiar por completo el área. Pero siempre ha habido dudas sobre el compromiso a largo plazo de Ucrania, y la turbulencia política con Rusia ha despertado nuevos recelos.
Chernóbil, cerca de la frontera norte de Ucrania, está lejos de Crimea. “Chernóbil y la zona de exclusión permanecen en calma, y nuestros contratistas continúan con su trabajo”, dijo Novak, aunque los expertos occidentales fueron evacuados por una semana en marzo por el conficto político.
El financiamiento es otra interrogante. El proyecto tiene suficiente dinero para continuar bien entrado el año próximo, pero en algún momento en los próximos meses, debe tomarse una “decisión política” sobre el financiamiento adicional, afirmó Novak.
Incluso antes de la turbulencia política, dijo el ingeniero, había preocupación por tener que pedir a los donantes que contribuyeran con más. “Pero el riesgo de dejar este programa inconcluso es una perspectiva que no creo que nadie quisiera contemplar”, afirmó.
El estallido de la unidad 4 de Chernóbil fue hace casi tres décadas, pero en los alrededores del sitio es como si el calendario se hubiera congelado.
Aún existe una zona de exclusión de unos 2.590 kilómetros cuadrados alrededor de la planta, con acceso controlado a través de retenes y un paisaje de destrucción. Aunque los niveles de radiación han declinado un poco a través del proceso natural de la descomposición radiactiva, la zona sigue virtualmente vacía. Muchas de las aldeas fueron destruidas. En Pripyat, donde vivían unas 45.000 personas, la pintura se desprende de los murales en el centro comunitario y un árbol crece en medio del piso de un gimnasio.
Los niveles de radiación en torno al sitio son cuidadosamente registrados y los trabajadores del arco tienen que permanecer dentro de las áreas delimitadas. Todos usan dosímetros, detectores que harían sonar una alarma si hubiera una liberación del sarcófago y los niveles de radiación aumentaran.