Bélgica. AFP. El príncipe Felipe, que se convertirá en rey belga tras la abdicación de Alberto II, declaró ser “muy consciente” de sus nuevas responsabilidades, pero las dudas sobre su capacidad para reinar reavivaron un viejo debate en el país –históricamente dividido entre el norte y el sur– sobre el papel de la monarquía.
“Rindo homenaje al rey por su reinado de 20 años. Soy muy consciente de las responsabilidades que me esperan”, dijo con un gesto tosco el príncipe, de 53 años, en la ciudad de Amberes, en el norte del reino de Bélgica.
Sin embargo, el príncipe, visiblemente tenso, no dijo nada más a la prensa, un día después de que su padre anunció que abdicará el 21 de julio, día de fiesta nacional en Bélgica, porque su “salud y edad” ya no le permiten ejercer sus funciones como quisiera.
Las dudas sobre la idoneidad de Felipe, considerado demasiado tímido, frío y distante, despertaron nuevas interrogantes sobre el futuro de las monarquías en Europa, un continente harto por los devastadores efectos de la crisis.
En Bélgica, la monarquía –cuyo papel unificador ha sido clave en el país en tiempos de crisis política– ha contado con el respaldo de la población, pero el hijo mayor de los reyes no goza de esa misma popularidad, según recientes sondeos.
El primer ministro, Elio Di Rupo, aseguró que Felipe “estaba bien preparado con un gran sentido de responsabilidad”. Y dio un buen golpe de efecto al casarse con la carismática princesa Matilde, con quien tuvo cuatro hijos, que le dio brillo a una monarquía considerada a todas luces aburrida.
Las expectativas sobre el príncipe heredero son elevadas. Su padre, el rey Alberto II, tuvo un papel clave de mediador entre el 2010 y el 2011, cuando el país estuvo 541 días sin gobierno por las disputas entre los valores francófonos, al sur, y los nacionalistas flamencos, al norte.
Por eso es que muchos hubieran querido al menos que el rey permaneciera en el trono hasta las elecciones legislativas, en mayo del 2014, de resultado incierto.
Felipe deberá convencer al norte de Bélgica, la región de los nacionalistas flamencos, donde el apoyo a la monarquía ha sido tradicionalmente bastante menor comparado con el sur.
El partido Nueva Alianza Flamenca (N-VA), de Bart De Wever, que encabeza los sondeos, amenaza con bloquear la formación de un gobierno si sus exigencias no son aceptadas. La formación independentista exige que la monarquía sea apartada de cualquier papel político, y se limite a un papel meramente protocolario, como en Holanda.