Luiz Inacio Lula da Silva no se siente muy a gusto con el traje de expresidente. Consciente de que a casi tres años de dejar el cargo es una de las voces más escuchada de América Latina, habla con la convicción de un hombre que aún puede darles lecciones a sus viejos aliados.
Pese a que siente una debilidad irrefrenable por sus colegas de ruta, no anda con vueltas. De visita en Argentina, elogió, como de costumbre, a Hugo Chávez, Evo Morales y Cristina Fernández. Pero, sorpresivamente, pareció presumir de haberse comportado muy distinto que ellos en temas sensibles como la relación con los medios, la inflación y la reelección indefinida.
“La democracia es un ejercicio de alternancia de poder”, disparó Lula en una entrevista con La Nación de Argentina antes de participar en el coloquio de IDEA.
“La inflación es una desgracia para cualquier país, y sobre todo para los trabajadores”, dijo también, en palabras que difícilmente endulcen los oídos de la Presidenta, que esta semana lo recibió en la Casa Rosada.
Desde la crisis, mucho se habló sobre le necesidad de un nuevo orden mundial y usted tuvo su lucha personal para obtener un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU. ¿Qué falta para lograrlo?
La reforma que queremos en las instituciones multilaterales no depende de la crisis. La crisis agudizó ese debate. Brasil hace al menos 15 años que lucha para que la ONU tenga una representación del mundo geográfico y político correspondiente al siglo XXI y no a 1948.
¿Eso está cerca de suceder?
Ya hemos tenido una discusión más acalorada a nivel internacional. Por momentos, parece que estamos llegando al final del debate y pronto volvemos al punto de partida. El FMI tiene que ser reformado para que pueda funcionar como un banco que pueda ayudar a países en crisis y no como un banco para hacer presión en los países pobres. En las crisis actuales, el FMI no sabe qué hacer, ¡nadie ni siquiera quiere escuchar al FMI!
En cuanto a Venezuela, usted apoyó abiertamente la reelección de Hugo Chávez...
No, no, no... [se ríe]
Dijo que la victoria de Chávez era su victoria...
Lo dije en un foro internacional que es el Foro de San Pablo, no lo dije para la campaña electoral.
De acuerdo, pero usted estaba a favor de la reelección. ¿Cree que es bueno para la democracia que una misma persona esté 20 años en el poder?
Yo le puedo contar mi experiencia. En 1978 me reeligieron presidente de mi sindicato. A la semana de asumir convoqué a una asamblea y decidí que ningún presidente del sindicato podría ser presidente más de dos veces. Cuando era presidente de la República y tenía el 87% de aprobación, prohibí que mi partido presentara cualquier tipo de enmienda proponiendo mi [segunda] reelección. ¿Por qué? Porque me parece que la democracia es un ejercicio de alternancia de poder, no sólo de personas, sino de sectores de la sociedad.
Pero si la alternancia es buena ¿por qué entonces estuvo a favor de la reelección de Chávez?
Yo no tengo incidencia en la política de Venezuela. Había una elección en Venezuela, donde dos personas se presentaron, y yo creía que Chávez sería mejor para Venezuela. Creo también que el compañero Chávez debe empezar a preparar su sucesión.
Las políticas económicas y sociales de Chávez son muy distintas de las que usted impuso en Brasil. La exitosa lucha de su gobierno contra la pobreza no tiene un correlato en la Venezuela de Chávez. ¿Por qué entonces piensa que Chávez era mejor que Capriles?
Es necesario analizar Venezuela no en comparación con Brasil o la Argentina, ni con Europa. Hay que analizar la Venezuela de Chávez en comparación con la Venezuela antes de Chávez. Y mejoró mucho Venezuela, el pueblo pobre ha ganado dignidad. América del Sur ganó mucho con Chávez. Venezuela empezó a mirar a América Latina, y por eso defendí el ingreso de Venezuela en el Mercosur. Chávez también tiene que ver con la evolución de América del Sur. Si usted ve lo que era América del Sur en 2002 y lo que es hoy, avanzamos muchísimo. Lo que pasó con la llegada de [Néstor] Kirchner, con mi llegada, con la llegada de Chávez, de Evo Morales, fue que las personas empezaron a percibir que nos respetábamos.
¿Pero no cree que la experiencia brasileña es distinta, que se respetaron más algunas libertades? Usted siempre fue muy crítico de la prensa de su país, pero nunca llevó adelante una ofensiva contra los medios como ocurre en la Argentina y Venezuela...
Necesito tomar un café [bromea]. Nunca tuve la prensa a mi favor, y no por eso dejé de ser el presidente con la mayor aprobación de mi país. Me parece que debemos creer en la sabiduría de los lectores. Cuando la prensa está exageradamente en contra, entonces nadie le cree. De la misma forma que nadie le cree cuando está exageradamente a favor. El equilibrio es lo que da credibilidad.
¿Entonces esta ofensiva contra la prensa puede ser incluso contraproducente para los gobiernos?
Cada país vive su propia realidad y hay que respetarla. Esa pelea existe en la Argentina, en Venezuela, en México. Y en Brasil vamos a empezar una discusión con la sociedad para saber qué es lo más importante para que los medios sean cada vez más retransmisores de conocimiento, cada vez más libres y sin injerencia del gobierno. Aprendí a no andar reclamando y no decir que la prensa es culpable de todo.
¿Cree que en Brasil sería posible aplicar medidas polémicas como el cepo cambiario?
Brasil en otros momentos debe haber hecho cosas que la Argentina no hizo. La Argentina ahora está haciendo cosas que Brasil no está haciendo. Hay una preocupación por preservar dólares en la Argentina, no permitir un déficit comercial muy fuerte. Puede ser una toma de posición de un momento de la economía. Quienes saben de los problemas de la economía argentina son las personas que lidian con la economía argentina.
¿Qué futuro le ve al Mercosur?
Tenemos que construir lo que sea bueno para la Argentina y Brasil. Recuerdo que hace no mucho tiempo celebramos reuniones donde muchos decían que el Mercosur ya no interesaba y que había que implementar el ALCA.
“Hoy, ni el gobierno norteamericano habla del ALCA. Un país como Uruguay, que es un país pequeño, pero de una nobleza política extraordinaria, hace cuatro años se quejaba del Mercosur. Hoy, tengo la certeza de que ni siquiera piensan en hablar contra el Mercosur”.
–En Paraguay deben pensar distinto, ¿fue correcta su suspensión?
–Sí, no se puede permitir que la política se haga de esa manera.
–¿Independientemente de que la destitución de Lugo haya sido sin alterar el orden constitucional?
–Sinceramente creo que si no se respeta la voluntad popular que elige a las personas la democracia se debilita.
–¿Hace alguna autocrítica sobre el caso del “mensalão”?
–Un ex presidente no puede estar opinando sobre lo que está haciendo la Corte. Vamos a esperar a que termine el proceso.
–¿Teme que usted también pueda ser juzgado por este caso?
–Yo ya fui juzgado. La elección de Dilma fue un juicio extraordinario. Para un presidente con ocho años de mandato, terminar con 87% de aprobación es un tremendo juicio. No me preocupo para nada.
–¿Lo inquieta la desaceleración económica de Brasil?
–Hay una desaceleración promovida por el gobierno. Obviamente hay problemas con la crisis, pero sucede que en 2010 nosotros crecimos demasiado, el consumo era exageradamente alto y había que disminuir un poco ese ímpetu. Era necesario controlar la inflación. Ahora la inflación está controlada, y el próximo año Brasil volverá a crecer más o menos 4,5%.
–¿Es peligrosa una inflación superior al 20%, como estiman las consultoras que hay aquí?
–Yo era líder sindical cuando la inflación en Brasil era de 80% al mes. La inflación es una desgracia para cualquier país, y principalmente para los trabajadores. Por eso, cuando asumí la presidencia y la inflación estaba en 12% trabajamos fuerte, estableciendo una meta de 4,5%, y cumplimos esa meta, y se está cumpliendo ahora. Y esto es un beneficio salarial extraordinario para los trabajadores.
–¿Volvería a ser presidente?
–Eso no se discute en Brasil, porque creo que es un derecho de la presidenta ser candidata a la reelección.
–¿No lo descarta más adelante?
–Un político nunca puede descartarlo. El problema es que cada vez que me hacen esa pregunta... Si yo digo que no lo descarto, la prensa dice: “Lula admite que va a ser candidato”. Si yo digo lo contrario, dicen “Lula nunca más va a ser presidente”. Yo soy un político, y creo que ya cumplí mi parte. Hoy, el principal legado que dejamos es la relación entre el Estado y la sociedad. Las principales políticas de mi gobierno fueron decididas en plenarios. Quería probarme a mí mismo que un gobernante nunca, en hipótesis alguna, debe tenerle miedo a conversar con la sociedad.