Como un homenaje al Pontífice, la Corporación Municipal de esta ciudad, en donde confluyen las fronteras de Guatemala, El Salvador y Honduras, decidió darle el nombre de ""Juan Pablo II'' al campo de aviación de la localidad, donde aterrizó el helicóptero de la Fuerza Aérea que transportó al Papa desde la capital.
Conocida como la ""ciudad centroamericana de la fé'', Esquipulas es donde los presidentes de América Central firmaron en mayo de 1986 un importante acuerdo que dio paso a la democratización y pacificación del istmo, y hasta ahora en Guatemala persiste un conflicto bélico interno.
Miles de feligreses centroamericanos y mexicanos recibieron al Pontífice en el Valle de María en medio de bajas temperaturas que no son usuales en esa región y que el Instituto de Meteorología atribuye a la influencia de un sistema de alta presión.
El Papa bendijo al Cristo Negro, al que se le atribuyen cientos de milagros, después de presidir una misa en el Valle de María, en donde varios niños burlaron la seguridad para tocar al Papa, quien respondió al gesto e hizo suyo el mensaje de Cristo: "Dejad que los niños vengan a mí''. "He venido a orar ante la imágen del Santo Cristo que desde hace cuatro siglos es venerado por hombres y mujeres creyentes'', dijo el Pontífice en la Basílica.
"Esta imágen, tan venerada por guatemaltecos y los habitantes de los países vecinos, es como una luz que nos revela el camino hacia Dios'', destacó Karol Wojtyla a los feligreses.
El presidente de Guatemala, el conservador Alvaro Arzú, no asistió a los actos religiosos que presidió el Papa y en su lugar designó al vicepresidente, Luis Flores.
Mientras, el obispo de Zacapa y prelado de Esquipulas, monseñor Rodolfo Quezada Toruño, destacó que nunca pensaron que el Pontífice iba a clausurar el IV centenario de la veneración de la imagen del Cristo Negro.
Quezada, un ex conciliador del proceso de paz guatemalteco, valoró el fervor religioso de los peregrinos, que en unos 50.000, menos de lo esperado, se congresaron en el Valle de María para escuchar la misa y que siguieron al Papa en la Basílica.
El Pontífice, que tenía previsto permanecer unas unas siete horas en Esquipulas, regresó a la capital antes de lo estipulado debido al mal tiempo que impera en la zona.